El tiempo y el espacio del taller de lectura plasmado para:



leer de diferentes maneras (por arriba, por abajo, entre líneas, a fondo, participando del texto, recreándolo),



dar cuenta de los procesos culturales en que surgen y son comprendidas o cuestionadas las obras literarias,



pensar (discutiendo, asombrándose, dejándose llevar por lo que los textos nos dicen -pero parece que no dijeran-),



y por sobre todas las cosas, y siempre, disfrutar de la buena literatura.








jueves, 14 de abril de 2011

Generación Perdida: Scott Fitzgerald.


Generación perdida es el nombre que recibió un grupo de notables escritores norteamericanos que vivieron en París y en otras ciudades europeas en el período que va desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta la Gran Depresión. Durante una conversación cotidiana, Gertrude Stein, amiga íntima de Hemingway, le dice: «You're all a Lost Generation». Esta expresión fue popularizada por Ernest Hemingway en sus obras Fiesta y París era una fiesta.
La mayoría de integrantes de dicho grupo estaban desilusionados con la tendencia a la que se encaminaba la cultura americana, el pensamiento y la política en los años posteriores a la I Guerra Mundial.
Ellos percibían un estancamiento cultural en la literatura norteamericana, no había ningún nuevo movimiento. Esto se puede explicar en gran medida por el hecho de lograr el nuevo objetivo norteamericano de llegar a ser la única fuerza política y militar del mundo, que culminará combatiendo todo radicalismo, dando lugar así  a la era pre-McCarthy en los años 30.
Europa, por otra parte, se percibe en medio de una serie de grandes desarrollos culturales y literarios, tales como el comienzo del existencialismo en Francia, que se relacionó estrechamente con las tendencias psicológicas literarias de un monólogo interno y la corriente de la conciencia en Reino Unido e Irlanda.

La generación de 1927 en España también fue parte de este movimiento, la cual cuestionó la política, la literatura social y las normas de la personalidad. El centro de este movimiento estaba en París, donde se reunía la mayoría del grupo. Muchos de los integrantes del grupo se identificaron con las luchas populares contra la injusticia y la opresión e incluso lucharon en contiendas contra las mismas. Ellos se consideraban como un movimiento político y literario que tenía algo en común con la segunda generación de románticos británicos.

De las clasificaciones de autores que conforman la Generación perdida, llama la atención que en la mayoría aparecen indefectiblemente cinco autores: Fitzgerald, Dos Passos, Hemingway, Faulkner y Steinbeck. Un hecho que los une a todos es que vieron de cerca los horrores de la guerra:

  • ·        Dos Passos participó en la Primera Guerra Mundial dentro del cuerpo de la Cruz Roja de los Estados Unidos.
  • ·        Hemingway fue soldado de infantería y estuvo en el frente de batalla.
  • ·        Faulkner, por su parte, se alistó en la Real Fuerza Aérea Canadiense y
  • ·        Fitzgerald se alistó en el Ejército Estadounidense, pero la guerra terminó días después de alistarse: nunca fue a la guerra.
Esta generación de autores aparece en la literatura estadounidense durante la llamada «Época airada» o de los excesos, una época difícil económicamente para los Estados Unidos. Los grandes bancos estaban quebrando a causa de un fraude practicado por bancarios extranjeros dueños del Banco Federal (entre ellos  los Rockefeller y los Rothschild). De igual forma, la década de los años 20 fue la que vio por un lado, la emergencia de grupos criminales que se dedicaban al tráfico de alcohol a causa de la Ley Seca votada en el Congreso de los Estados Unidos en 1919, y por el otro,  los efectos de la Gran Depresión, de 1929.

Entre las obras principales de la Generación Perdida se pueden contar las siguientes:
•             Las uvas de la ira de John Steinbeck, un libro que plasma los efectos de esta crisis en el campo estadounidense, su efecto en los campesinos. Por otro lado,
•             Manhattan Transfer de John Dos Passos es una alegoría de la Tierra Prometida que termina engullendo a sus fundadores.
•             El gran Gatsby de Fitzgerald, que junto a la obra de Dos Passos, es probablemente la obra que mejor refleja el materialismo de la sociedad norteamericana que está a punto de sumergirse en el marasmo económico que daría lugar al Crack de 1929.
•             El sonido y la furia y Mientras agonizo de William Faulkner,
•             la trilogía U.S.A. de John Dos Passos,
•             El viejo y el mar y Adiós a las armas de Ernest Hemingway.
Sin duda,  El sonido y la furia y Manhattan Transfer son las novelas estadounidenses que transforman la narrativa de los Estados Unidos.


Características de estilo:

  • ·        Los narradores renuncian a la omnisciencia reduciendo su punto de vista al de uno o varios de sus personajes;
  • ·        la anécdota se relega a un segundo plano y, a veces, no existe desenlace;
  • ·        se rompe el orden cronológico del relato con “saltos atrás” y otras técnicas;
  • ·        los personajes se someten a revisión, llegándose a la novela de personaje colectivo o incluso a la destrucción del personaje.
  • ·        los diálogos disminuyen su importancia para dar preeminencia al estilo “indirecto libre” y al llamado “monólogo interior” (reproducir los pensamientos de un personaje tal cual brotan en su conciencia, sin orden ni corrección sintáctica);
  • ·        la novela acoge elementos de otros géneros, como por ejemplo el ensayo o la poesía (a veces, puede hablarse de “prosa poética”).
F.      







SCOTT-FITZGERALD (1896-1940) Grimaldi Herrera, C.: La generación perdida, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, noviembre 2009, www.eumed.net/rev/cccss/06/cgh17.htm



Fitzgerald tuvo mucho en común con el resto de su generación, al igual que diferencias significantes. Era consciente de la falsedad de los valores de la aristocracia de la sociedad americana, al igual que de la importancia de las cualidades de la honestidad y la sensibilidad, que eran más fáciles de encontrar entre las clases populares, pero él estaba principalmente interesado en describir estos fenómenos más que en reflexionar sobre ellos.
Con toda probabilidad su trabajo más famoso es “El gran Gatsby” de 1925, en el que describe el estilo, la decadencia y la deshonestidad interpersonal en la vida de la alta aristocracia de los años 20.
Tras su regreso de Europa en 1933 escribe “Suave es la noche”, 1934, en la que muestra la terrible confusión de la sociedad norteamericana en la depresión, transmitiendo la ambigüedad y la desolación de dicho periodo con un movimiento intenso y un estilo compasivo. No fue un éxito de ventas y fue atacado por los críticos como estilísticamente imperfecto. Sin embargo tuvo un gran resurgimiento en los años 50 y 60. En 1936, sintiéndose que no podía escribir más ficción, Fitzgerald escribió una serie de ensayos sobre la depresión, titulado “The crack-up”. En 1937 comenzó su trabajo como productor en Hollywood realizando películas de éxito como “El gran magnate”.
T.S. Eliot dijo de F. Scout-Fitzgerald que había conseguido mostrar las dos caras del estilo de vida norteamericano y que fue la primera persona desde Henry James que movió a la novela americana hacia una dirección útil.

La experiencia pascaliana de un novelista norteamericano: 
Francis Scott Fitzgerald 
(incluido en Ejercicios de admiración, ensayos de Emile Cioran)

Fitzgerald es lo bastante esteta para templar su misantropía mediante la ironía, para introducir una nota de elegancia en la economía de sus desastres. Su estilo ligero e impertinente nos deja entrever lo que podríamos llamar el encanto –spleen- de la vida arruinada. Añadiría incluso que se es “moderno” en la medida en que se es sensible a ese encanto. Reacción de desengañados, sin duda, de individuos que, incapaces de recurrir a un segundo plano metafísico o a una forma trascendente de salvación, se apegan a sus males con complacencia, como a derrotas aceptadas. El desengaño es el equilibrio del vencido. Y, como el vencido, Fitzgerald, tras haber concebido las verdades despiadadas del Crack-up, se va a Hollywood a buscar el éxito –siempre el éxito, en el cual por otra parte, ya no podía creer-.
Un novelista que desea ser únicamente novelista sufre una crisis que durante cierto tiempo le proyecta fuera de las mentiras de la literatura. Despierta a algunas verdades que hacen vacilar sus evidencias, el reposo de su espíritu. Acontecimiento poco frecuente en el mundo de las letras, en el que el sueño es de rigor, y que en el caso de Fitzgerald no ha sido siempre comprendido en su verdadero significado. Así, sus admiradores lamentan que haya insistido sobre su fracaso y que haya arruinado, a fuerza de examinarlo y de rumiarlo, su carrera literaria. Nosotros lamentamos, por el contrario, que no se haya dedicado suficientemente a él, que no lo haya profundizado y explotado más. Es propio de los espíritus de segundo orden no poder escoger entre la literatura y la “verdadera noche del alma".

2 comentarios:

  1. Que fuerte es la la última frase que escogiste Graciela: "Es propio de los espíritus de segundo orden no poder escoger entre la literatura y la "verdadera noche del alma"". Yo sin conocerlo mucho, ya que solo he leído su obra más famosa la que en apariencia no es la más importante, diría que Francis me da mucha pena, que al parecer su vida de escritor se vio signada y condicionada por la época, por haberse enamorado de Zelda, por las condiciones económicas que necesitaba para conquistarla y mantenerla luego de recuperarla, diría que tuvo que hacer muchas veces "changas literarias" en periódicos o en el mundo del espectáculo por necesidad más que por convencimiento, incluso esa imagen de dandy, de hombre económicamente despreocupado, no deja de ser su marketing, ése que le permitió durante un tiempo tener a la mujer amada a su lado con todo lo que ello significaba, la vida fácil y despreocupada. Cómo hubiese resultado el Francis que lamentamos no haber conocido, el que buscaba el sitio, el momento, el espacio, en definitiva el que no encontró su cronotopo.

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  2. La frase es de Cioran, Daniel, que, provocador como siempre, abomina de que Fitzgerald ante la experiencia de la lucidez, -donde uno conoce la "verdadera noche del alma"-, se sienta una víctima. Por eso agrega Cioran, en el mismo ensayo:
    “Un Kirkegard, un Dostoievsky, un Nietzche dominan sus propias experiencias y sus vértigos, pues son superiores a los que les “sucede”. Su destino precede a su vida. En el caso de Fitzgerald, por el contrario, la existencia es inferior a lo que ella descubre”.
    Claro que es fuerte...

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