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sta semana comenzamos el recorrido por Medio Oriente: trabajaremos
con textos de Amos Oz, Etgar Keret (ambos autores de Israel), Gassan Kanafani
(de Palestina), y Orhan Pamuk (Turquía). Uno de los ejes de análisis será el tema de la identidad y su transformación a lo largo de las sucesivas generaciones. Y otro, la perspectiva planteada por Edward Said sobre el método de
"oposición binaria": dos mundos, dos estilos, dos culturas, Oriente y
Occidente. Y la gran pregunta: ¿Choque de civilizaciones (mito) o choque de Ignorancias?
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mos Oz (Jerusalem,1939)
Nació en medio de una familia procedente de Europa Oriental,
que había llegado a Israel en los años treinta. Sus padres habían estudiado
idiomas y filosofía en universidades europeas y le transmitieron el amor a la
lectura y a los libros.
Entre 1954 y 1986 vivió en el kibutz Julda, donde se casó y nacieron sus tres hijas. Estudió literatura y filosofía en la universidad y desde 1963 ejerce la docencia. Fue profesor de literatura, lengua y filosofía en la escuela secundaria del kibutz y posteriormente en la Universidad Ben Gurión, en Beer Sheva, y en la Universidad Hebrea, en Jerusalem.
Entre 1954 y 1986 vivió en el kibutz Julda, donde se casó y nacieron sus tres hijas. Estudió literatura y filosofía en la universidad y desde 1963 ejerce la docencia. Fue profesor de literatura, lengua y filosofía en la escuela secundaria del kibutz y posteriormente en la Universidad Ben Gurión, en Beer Sheva, y en la Universidad Hebrea, en Jerusalem.
Amos Oz recibió numerosas distinciones en el mundo, tanto
por su producción literaria como por su activismo
a favor de la paz en Medio Oriente. Apoya
fervientemente la convivencia pacífica entre judíos y palestinos y el derecho
de estos a tener su propio estado. En 2006 recibió el Premio Goethe y en
2007 el Premio Príncipe de Asturias.
El Chejov israelí
Asegura el crítico Egon
Friedler, (radicado en Uruguay desde hace muchos años), que
“el Oz de Entre amigos -donde presenta una serie de cuentos sobre el kibutz de los años cincuenta y sesenta-, es la obra de un miniaturista: se desarrolla en un mismo kibutz. El mundo que Amos Oz nos presenta tiene una ternura, una ironía y una compasión equivalentes a la de Chejov respecto de sus personajes. Como Chejov, Oz no juzga, prefiere la sugerencia a las afirmaciones
contundentes. Su simpatía por sus personajes no le impide revelar todas sus
cualidades, incluyendo las claramente negativas. Y como Chejov, sabe plantear
con claridad la situación de cada uno de sus seres de ficción en su contexto
familiar y social.
“el Oz de Entre amigos -donde presenta una serie de cuentos sobre el kibutz de los años cincuenta y sesenta-, es la obra de un miniaturista: se desarrolla en un mismo kibutz. El mundo que Amos Oz nos presenta tiene una ternura, una ironía y una compasión equivalentes a la de Chejov respecto de sus personajes.
Por último, así como Chejov nos familiariza con la Rusia del
siglo XIX, Amos Oz nos familiariza con la Israel pionera de las primeras
décadas de existencia del Estado de Israel.”
Su visión personal
En una entrevista para Letras Libres, Amos Oz presentó su
novela Una historia de amor y oscuridad, donde aseguraba lo siguiente sobre su compromiso político:
“La gente en Europa, es decir, los intelectuales
progresistas europeos, odia Hollywood, porque ahí sólo se representa el blanco
y el negro, los buenos y los malos de la película. Pero cuando esto se refiere
a Oriente Medio quieren saber inmediatamente dónde están los chicos buenos y
los malos: firman una petición a favor de los chicos buenos, odian a los chicos
malos y se van a dormir.
Mi modo de estar en la izquierda y mi actitud son muy
diferentes: no estoy en el negocio de recogida de firmas ni en el de
impresionar a la gente. Sé que en Oriente Medio los israelíes y los palestinos
viven una tragedia, no una película del Oeste. Los palestinos llevan adelante
una causa muy dura y lo mismo pasa con los israelíes. No es nada simple y no se
puede mirar en términos de blanco y negro.
La izquierda tuvo una vida fácil en
el pasado. La colonización y la descolonización eran muy simples: podías decir
perfectamente quién era bueno y quién malo. En Vietnam también era fácil de
señalar. Y en el apartheid, lo mismo: podías apoyar la causa justa y objetar la
causa equivocada.
Pero con los israelíes y los palestinos es complicado. Lo que
tienes que hacer es no ser proisraelí o propalestino, sino pro-paz. Es
importante para la izquierda europea ofrecer una empatía hacia los dos bandos
en esta ocasión, porque es una época muy difícil tanto para unos como para
otros. Ambos, palestinos e israelíes, están viviendo ahí y ninguno tiene otro
lugar al que ir. Ninguno.
Es la única patria para los palestinos y la única
patria para los judíos israelíes. Tienen que llegar a un compromiso. Y no hay
un final feliz para nadie. Puede haber un compromiso pragmático.
No puede haber
una victoria para los chicos buenos y una derrota para los malos, porque no hay buenos y malos en esta historia.
Tengo una actitud muy diferente a la de la izquierda europea: quiero
imaginarnos a mí y a mis compañeros con batas blancas como las de los médicos
en el hospital, en la sala de urgencias. Cuando tenemos que tratar a la gente
herida, no preguntamos: "Perdón, ¿dónde está el conductor que causó el
accidente? Queremos firmar una carta para castigar a este conductor".
Nosotros queremos ver cómo se puede ayudar. Cuál es el tratamiento correcto.”
Fuente
consultada:
Leeremos: Donde
florece el amor, y La espera.
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tgar Keret (Ramat
Ga, 1967)
“La literatura de Israel ya no le dice a los jóvenes lo que
deben ser” (Etgar Keret)
Vive en Tel Aviv y no sólo se dedica a la literatura. Es
profesor de cine en la Universidad de Tel Aviv y colaborador permanente del
diario local Ha-ir. Publicó, en colaboración, dos libros de comics: “Nadie dijo
que iba a ser gracioso” y “Calles de ira”. En 1993 recibió el Primer Premio en
el Festival de Teatro de Akko por su obra “Operación Entebe, el musical”. En
1996 escribió y dirigió junto con Ran Tal el cortometraje “Malka, de corazón
rojo”, por el que recibió el reconocimiento de la Academia Israelí de Cine y el
Primer Premio en el Festival de Cine de Munich.
Lleva publicados 4 libros de cuentos y una novela corta. Sus
relatos presentan una realidad en crisis, que no siempre puede ser representada
e incluye elementos fantásticos, como una manera de interpretarla y afrontarla.
Sus protagonistas son seres humanos confundidos en medio de un mundo que no
pueden comprender.
Desde su irrupción en el panorama literario internacional,
Etgar Keret ha cautivado a lectores de todo género y edad con su particular
estilo literario.
Su encanto reside en cierta narración visual (no sólo del cine sino de la televisión y los cómics), pero donde la prosa no es nunca protagónica: sólo acompaña las anécdotas. No hay experimentación ni búsqueda formal. Son muchos los relatos pero en ninguno de ellos hay una visión del mundo.
Su encanto reside en cierta narración visual (no sólo del cine sino de la televisión y los cómics), pero donde la prosa no es nunca protagónica: sólo acompaña las anécdotas. No hay experimentación ni búsqueda formal. Son muchos los relatos pero en ninguno de ellos hay una visión del mundo.
La realidad israelí apenas si aparece en estos relatos. Sólo en dos o tres cuentos
se relata con cierta intención el conflicto con los palestinos; el resto
prefiere demorarse en asuntos cotidianos y huir, de vez en vez, hacia lo
fantástico. Tampoco hay una postura sobre la cuestión judía. Keret, al revés de
casi cualquier autor hebreo, no adopta una voz “judaica” ni diserta sobre la
persecución, la diáspora, el sionismo. Porque Keret desea provocar: en la
deliberada omisión de la situación israelí, reside parte del encanto.
Como hemos visto ya en los exponentes de las nuevas narrativas de otras culturas,
es notorio el cambio en el uso de la
lengua. Escribe en el idioma de la calle, apelando a numerosas expresiones en
slang. Utiliza un hebreo despojado, alejado de las alusiones
bíblicas y talmúdicas, difíciles de interpretar.
Cuestiona la diferenciación planteada entre el idioma
culto y el vulgar, plasmando una postura que no
discrimina entre el registro oral y escrito. Apela a la habilidad del lector para
relacionar intertextualmente lo que lee.
Ya no se ocupa de grandes temas nacionales como el
destino del pueblo judío o el conflicto con los palestinos, sino que escribe
sobre situaciones personales, experiencias en el ejército, la vida cotidiana,
la calle, el barrio. Y lo hace con mucha ironía, utilizando un humor ácido y en
ocasiones negro, iluminando de otra manera temas dolorosos de la realidad
israelí.
Dijo Keret en una entrevista durante la Feria Internacional del Libro, en México (año 2006):
"Básicamente soy escritor, no político o historiador
cultural y puedo expresar mi punto de vista como una persona que vive en el
área pero no como un experto. Creo que gran parte del problema es que tanto
palestinos como israelíes se ven a sí mismos como víctimas.
La larga historia de persecuciones al pueblo judío y por
supuesto el Holocausto han hecho que en la psique colectiva piensen que quienes
están fuera de la comunidad pueden causarles daño potencialmente.
Lo mismo ocurre con los palestinos, que dentro del mundo
árabe han sido una de las comunidades más perseguidas, no solo por los países
occidentales sino también por otros países de la comunidad árabe. Claro que el
gran problema de esto es que estos países creen tener el monopolio del
sufrimiento, que sólo ellos tienen derecho a sufrir. Una de las claves para
resolver el conflicto es que estos dos pueblos consideraran que su sufrimiento
no es el único que existe en el mundo y en la medida en que pudieran ver el
sufrimiento del vecino se podría abrir una brecha para solucionar los
problemas", considera el escritor.
Y para finalizar, su balance de la literatura israelí:
"está cambiando. Hasta hace unos años autores como Amos
Oz o David Grossman sentían que era su responsabilidad construir la identidad colectiva: el país estaba comenzando, y
pensaban que tenían que hablar de lo que estaba construyendo ese país. El hecho
de que crecí en un país que ya tenía esa identidad hizo que no sintiera esa
misma responsabilidad. Los escritores de
mi generación están más interesados en cuestionar esa identidad que en
construirla. En mi caso, tanto en mi escritura como en mi vida personal,
siempre trato de ver el otro lado de las cosas, siempre trato de agitar un
poco, de romperlas sólo para ver si son como yo pensaba".
Fuente consultada: http://www.letraslibres.com/revista/libros/extranando-kissinger-de-etgar-keret?page=0,0
Leeremos: Extrañando a
Kissinger, y Romper el cerdito.
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assan Kanafani (Palestina, 1936/1972)
Escritor y periodista palestino.
Nació en Akka (San Juan de Acre), en una familia de la clase media, hasta que como miles de palestinos, tuvo que emprender el camino del exilio obligado en 1948 hacia el sur del Líbano, y posteriormente a Damasco, Siria. Fue maestro de escuela y también profesor de artes en las escuelas de UNWRA (Organismo de Obras Publicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados en Palestina en el Cercano Oriente). Estudió literatura en la Universidad de Damasco. Alternando el trabajo con los estudios, consiguió, llegada la edad, ingresar en la Universidad de Damasco, donde cursó estudios de literatura durante tres años.
Es considerado hoy, uno de los representantes más destacados
de la literatura árabe contemporánea en general y de la palestina en
particular. Kanafani representa la narrativa del exilio.
Aparte de su intensa actividad periodística, Kanafani dejó una
considerable obra narrativa: cuentos, novelas, obras teatrales y ensayos.
Considerado uno de los representantes más destacados de la
literatura árabe contemporánea en general y de la palestina en particular,
constituye un testimonio, tanto por su realismo y descripción de situaciones y
personajes, como por la indiscutible calidad literaria que ha merecido el
reconocimiento de la crítica especializada, del sufrimiento y el exilio del
pueblo palestino. Murió asesinado en un ataque terrorista.
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rhan Pamuk (Estambul, 1952)
Escritor turco, Premio Nobel de Literatura 2006.
De familia acomodada y residente en un barrio
occidentalizado de Estambul, en 1977 se graduó en el Instituto de periodismo de
la Universidad de Estambul, aunque nunca ejerció la profesión. Entre 1985 y
1988 residió en Nueva York y trabajó como profesor visitante en la Universidad
de Columbia, hasta que regresó a
Estambul.
Sobre su vocación ha dicho: "Me acuerdo perfectamente del momento en que quise ser escritor. Fue una tarde de marzo o abril, en la primavera de 1973. Agarré un papel y un bolígrafo y me puse a escribir. Así fue. Recuerdo haber leído El extranjero, de Camus, y a pesar de que no influyó en mi escritura pensé que me iba a ayudar a ser escritor. Cuando anuncié a mi familia que sería un novelista, todos me dijeron que no lo hiciera, que yo no tenía ni idea de la vida. Creo que pensaban que iba a escribir una sola novela. Pero les dije que existían Borges y Kafka, y que ellos tampoco tenían ni idea de la vida... Las novelas, me parece, son una forma inédita de ver la vida. Solo ahora, después de todo este tiempo, confieso que cuando mi familia me dijo que yo no sabía nada de la vida, tenían razón. En ese momento no sabía nada".
Su obra comenzó a tener repercusión internacional con la
novela El astrólogo y el sultán
(Beyaz Kale, 1985), pero alcanzó su
consagración definitiva con Me llamo rojo
(Benim Adım Kırmızı, 1998), una novela que combina la narración de misterio, la
historia de amor y la reflexión filosófica, ambientada en el Estambul del siglo
XVI, bajo el reinado del sultán Murad III.
Pamuk fue llevado a juicio en diciembre de 2004 por
«insultar y debilitar la identidad turca» (artículo 301 del código penal), en
una entrevista a un periódico suizo en la que pronunció la siguiente frase: «En
Turquía mataron a un millón de armenios y a 30.000 kurdos. Nadie habla de ello y a mí me odian por hacerlo». La primera
sentencia le impuso una condena condicional de seis meses, durante los cuales
debía abstenerse de cometer delitos para poder mantener su libertad. Se
reafirmó en sus palabras en octubre de 2005. En enero de 2006 un tribunal
abandonó el proceso judicial.
La posición de Pamuk ante los derechos humanos,
particularmente ante los problemas armenio y kurdo en Turquía, lo han
convertido en un personaje que genera polémicas en su patria, y mientras unos
lo admiran otros lo consideran un traidor.
El gobierno turco se ha negado a admitir que cometió un
genocidio contra los armenios en 1915. La campaña de odio desatada en su contra
en Turquía después de aquella entrevista lo obligó a abandonar el país por un
tiempo. Ya antes, en 1995, estuvo entre el grupo de escritores juzgados por sus
ensayos en los que criticaban al gobierno por su política con los kurdos.
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üzün
En los libros de Pamuk se observa cómo la visión de la
grandeza del pasado y su pérdida pesan a los turcos. Todo esto está en el
origen del fenómeno que el escritor describe en su libro Estambul, una ciudad de recuerdos, algo que él llama hüzün.
Otra marca de peso en la mentalidad turca es la lucha
constante entre Oriente y Occidente, entre la tradición y la modernidad. Los críticos europeos se
enfadan con los turcos y con frecuencia provocan reacciones nacionalistas,
pero, por otra parte, los turcos solicitan la aceptación de Occidente y tratan
de confirmar su espíritu europeo.
Turquía es también un país donde coexisten ideologías
radicalmente diferentes. Pamuk dice que dejarse afectar por las ideas extremas
constituye una pasión turca. Lo ha presentado más claramente en Nieve (premio
Medicis extranjero en 2005), su primer y último libro político (como él mismo
dijo). En Kars,- la ciudad que es un caso especial de los procesos que tienen
lugar en toda Turquía-, los movimientos diferentes se enfrentan: los islamistas
extremistas, los laicos, los movimientos nacionalistas y los nostálgicos del
Oeste.
El propio autor dice que en Kars está omnipresente el “sentido tangible de la tristeza que surge
de ser parte de Europa y al mismo tiempo llevar una política no europea.
Las disputas ideológicas sin resultado comprometen toda la sociedad y gastan su
energía.”
Me llamo rojo.
En la Estambul del siglo XVI, en el comienzo de la
decadencia del Imperio Turco, la lucha por mantener la propia personalidad y
las costumbres se contrapone a la llegada de las influencias occidentales. Las
ilustraciones de los libros, las miniaturas, será la más perseguida, la más
presionada, puesto que el Corán prohíbe la representación figurativa. La
influencia cristiana pervertirá en mayor manera la visión, de aquellos, de esa
pintura. En esa situación es asesinado un maestro ilustrador que preparaba,
junto con otros, un libro secreto para el Sultán hecho a la manera de la pintura
europea, -contrario a las enseñanzas del Profeta- para regalar al Dux de
Venecia.
El libro crea una búsqueda, un rompecabezas literario, a
través de las múltiples voces de sus protagonistas -personajes u objetos-de
ese asesino.
Con la propia voz de su personajes, objetos inanimados,
vegetales o animales (yo Negro, Yo
Seküre, yo vuestro Tío, me llamo Ester, me llamarán asesino, yo el perro, me
llamo rojo (color sangre, pintura)...yo el maestro Osman, yo el árbol...)
Pamuk construye un libro original.
La visión propia de los acontecimientos sale de la voz de
los actores, cuyas opiniones a veces se contradicen o complementan y son
contadas como si hubiera un público. Los puntos de vista varían según las
situaciones, utilizando el recurso de metaficción.
Pamuk nos cuenta así la historia de un mundo en
confrontación entre el pasado y el presente, por lo cual una parte de la sociedad intenta resistirse al cambio, quedándose en las antiguas formas gloriosas.
El primer capítulo se llama “Estoy muerto” y es el relato de
un asesinato que hace el propio occiso desde el fondo del pozo.
Esto desata el
mecanismo policial que va a teñir toda la novela y tendrá al lector averiguando indicios acerca de la identidad
del asesino, del que ya se sabe que es un ilustrador, colega del muerto. Lo que
sigue es un paseo por los otros cincuenta y ocho capítulos
que van siempre agregando una información, un
punto de vista, un matiz.
Develar quién es el asesino (que también habla en capítulos que se
titulan “Me llamarán asesino”) es algo que se mantiene mientras se va
describiendo la escenografía estambulí, enfocada en un grupo de ilustradores
dedicados a un trabajo que cuestiona las creencias hegemónicas sobre la pintura,
lo cual ahonda en los territorios de la discusión filosófica y teológica. La
tensión está dada por las antiguas técnicas
de pintura y las nuevas, hiperrealistas, de los maestros francos.
Es otra de
las obsesiones de Pamuk: la dicotomía entre Oriente y Occidente. Y es a través
del dibujo y de la pintura que se mira la historia de los turcos desde el período otomano.
El Castillo Blanco.
Cuenta la historia de dos hombres, un turco y un veneciano, cuyas vidas se entrecruzan. El primero es un joven científico italiano que, cuando viajaba de su Venecia natal a Nápoles, es capturado por unos piratas y llevado a Turquía, donde es vendido como esclavo a un sabio turco. Éste, deseoso de conocer los avances de Occidente, queda cautivado por los conocimientos de su esclavo.
Queda claro el paralelismo de la historia con Las mil y una noches. Si en aquella era Sherezade la que, para salvar su vida, contaba al sultán una historia cada noche, ahora es este joven esclavo el que utiliza sus conocimientos sobre ciencia para contentar a su nuevo dueño.
Ambos personajes se convierten en una metáfora de lo que, a pesar de todas las diferencias, une poderosamente a los hombres de Oriente y de Occidente. Ambos hombres desean conocerse, respetarse, aprender el uno del otro. Ambos utilizan el mismo lenguaje: el de la ciencia. Ambos aprecian, en último término, las mismas cosas.
Finalmente, ambos personajes, quienes muestran un gran parecido físico, deciden suplantarse el uno al otro. El turco se va a Venecia haciéndose pasar por el científico, y éste se queda en Turquía, desempeñando el papel del sabio.
Así, la novela girará sobre el tema de doble, las sustituciones, las confusiones, y el tema de la identidad.
Fuente consultada: http://clubdecatadores.wordpress.com/2012/05/09