El tiempo y el espacio del taller de lectura plasmado para:



leer de diferentes maneras (por arriba, por abajo, entre líneas, a fondo, participando del texto, recreándolo),



dar cuenta de los procesos culturales en que surgen y son comprendidas o cuestionadas las obras literarias,



pensar (discutiendo, asombrándose, dejándose llevar por lo que los textos nos dicen -pero parece que no dijeran-),



y por sobre todas las cosas, y siempre, disfrutar de la buena literatura.








sábado, 28 de mayo de 2011

Philip K. Dick y la exploración de la realidad.



“Hay gente que opina que la ciencia ficción ha decaído porque “el futuro la alcanzó”, ya que ahora hay cohetes espaciales. Dick no opinaba lo mismo. En una carta de 1981 explica que la ciencia ficción no está constituida por aventuras espaciales, sino por otro ingrediente esencial: “La nueva idea diferenciadora”. De esa manera, el futuro se convierte en un sitio más, porque las nuevas ideas pueden estar insertas en el presente o en “mundos alternos”. Para él había una “desfiguración” de la realidad, que debía ser “conceptual, no trivial o extravagante”. El resultado, literariamente hablando, operaba a dos puntas: “La ciencia ficción es creativa e inspira creatividad, lo que no sucede, por lo común, en la narrativa en general”.
Así nos cuenta el escritor y periodista Elvio Gandolfo, en una nota publicada por el diario Perfil, en 2007, el por qué de la vigencia de este género y de especialmente, este autor.

Comencemos por la ciencia ficción.
Es uno de los géneros derivados de la literatura de ficción, junto con la literatura fantástica y la narrativa de terror. Nacida como subgénero literario distinguido en la década de 1920 (aunque hay obras reconocibles muy anteriores, como Frankestein, de Mary Shelley), y exportada posteriormente a otros medios, como el cinematográfico, historietístico y televisivo, gozó de un gran auge en la segunda mitad del siglo XX debido al interés popular acerca del futuro que despertó el espectacular avance tanto científico como tecnológico alcanzado durante esos años. En los años 50, durante la llamada Edad de Plata del género, aparecieron varios autores excepcionales , como Orwell con su 1984, Ray Bradbury, Frederik Pohl , Sturgeon, Isaac Asimov, y Philip K. Dick con Lotería solar o El hombre en el castillo. Para el punto de vista  académico es la Edad de Oro, y la continúan unos quince años más.
El Cyberpunk. En la década de 1980 las computadoras y la aparición de las primeras redes informáticas globales dispararon la imaginación de jóvenes autores, convencidos de que producirían profundas transformaciones en la sociedad. Este movimiento fue llamado cyberpunk, un término que aglutinaba una visión pesimista y desencantada de un futuro dominado por la tecnología y el capitalismo salvaje con un ideario "punk" rebelde y subversivo, frecuentemente anarquista.
 El Postcyberpunk. A principios de la década de los 90s del siglo XX ocurrió un cambio significativo en la literatura de ciencia ficción. Autores antes plenamente cyberpunk o que nunca habían pertenecido a esa corriente, comenzaron a rechazar explícitamente los clichés de dicho género, y de paso, a considerar a la tecnología con una visión más positiva, casi al mismo tiempo que se daba la acelerada introducción de las computadoras e Internet en la vida cotidiana. 
Es mucho más frecuente que los protagonistas sean integrantes respetables de sus comunidades: científicos, militares, policías e incluso políticos. Aun en el caso de personajes más marginales, su interés suele residir en mantener o mejorar el statu quo, no en destruirlo tal y como era lo típico en el cyberpunk; y cuando no lo hacen, suelen ser los antagonistas.
Subgéneros contemporáneos
El Steampunk, o ciencia ficción centrada en la presencia anacrónica de ciertas tecnologías avanzadas. El Biopunk, donde la ficción se centra en el impacto de grandes avances de la biotecnología. Pudiendo situarse tanto en el futuro, presente o en un pasado anacrónico; el Retrofuturismo, y seguramente irán surgiendo muchos más.

La narrativa de Philip K. Dick.
 El periodista y ensayista Pablo Capanna, (italiano radicado en Argentina desde su infancia), escribió un libro fundamental para entender a nuestro autor: Idios Kosmos. Claves para Philip K. Dick.   Parte  desde cómo este autor llega a gestar toda su obra, con la muerte de su hermana gemela al nacer (lo afectó profundamente, tanto en su obra como en sus relaciones y en todos los aspectos de su vida, dando lugar al leitmotiv del "gemelo fantasma" en muchos de sus libros); la relación con su madre; la influencia de las mujeres con las que  se relacionó durante su vida y quienes marcaron profundamente su existencia; su eterna falta de concierto con los conceptos religiosos preestablecidos y filosóficos que lo llevaron a crear sus propios esquemas filosóficos y espirituales y, por supuesto, su adicción a las drogas y el desequilibrio mental que sufría. Capanna no sólo explica cuatro períodos en la vida de Philip K Dick (la fase p,olítica; el período metafísico y la fase mesiánica) sino que va mucho más allá y hace un análisis profundo ofreciéndonos cuantiosos datos para entender al autor y su obra.
Dick (1928-1982), obtuvo poco reconocimiento antes de su muerte. Tras ésta, sin embargo, la adaptación al cine de varias de sus novelas le dio a conocer al gran público. Su obra es hoy una de las más populares de la ciencia ficción y se ha ganado el reconocimiento del público y el respeto de la crítica. Gran parte de sus muchas historias cortas y obras menores fueron publicadas por revistas pulp, publicaciones que deben su nombre a la pulpa de celulosa con que es fabricado el papel, barato y de mala calidad, y que por ende se utiliza en revistas de muy bajo costo.

Temas
Las obras de Philip K. Dick se caracterizan por la exploración de la realidad y su naturaleza  enigmática, y creando ambientes postmodernos y decadentes, adelantándose al subgénero cyberpunk. A menudo, los protagonistas descubren que sus seres queridos (o incluso ellos mismos) son sin saberlo robots, alienígenas, seres sobrenaturales, espías sometidos a lavados de cerebro, alucinaciones, o cualquier combinación de éstos; este rasgo de la obra dickiana refleja la obsesión del autor acerca de la frágil naturaleza que él consideraba que caracteriza la realidad perceptible. La vida diaria es una ilusión construida por poderosas entidades (como por ejemplo en Ubik), por grandes conspiraciones políticas, o simplemente por las peripecias de un narrador no creíble.
Dick situó la acción de varias de sus novelas en el mundo anómico de California del Norte. Su aclamada novela El hombre en el castillo (1962, ganadora del Premio Hugo, dedicado exclusivamente a obras de ciencia ficción) es una obra pionera que mezcla los géneros de la ciencia ficción y la historia alternativa.
Como indica Ursula K. Le Guin: "No hay héroes en los libros de Dick, pero hay actos heroicos. Uno se acuerda de Dickens: lo que cuenta es la honradez, constancia, amabilidad y paciencia de la gente ordinaria".
Fue  fuertemente influido por los escritos de Carl Gustav Jung, y su  psicología analítica: opinaba que las experiencias místicas podían estar basadas en una realidad subyacente. Los modelos y construcciones jungianas que más afectaron a Dick parecen ser los arquetipos de lo inconsciente colectivo, las proyecciones y alucinaciones colectivas, las experiencias de sincronicidad y su teoría de la personalidad. Muchos de los protagonistas de las obras de Dick analizan la realidad y sus propias percepciones en términos jungianos. Otras veces, el tema se refiere a Jung tan claramente que la conexión resulta obvia. La Exégesis de Dick también contiene muchas notas relación con la teología y el misticismo.


Se relacionó con la contracultura anterior a los 60 de California y simpatizaba con los poetas beat y las ideas de izquierda. Se opuso a la Guerra de Vietnam, por lo que el FBI le abrió expediente. Siempre estuvo apremiado por problemas económicos, por lo que tenía que escribir a un ritmo vertiginoso para lograr publicar en cualquier tipo de revistas.

Sus visiones y problemas psicológicos
A la edad aproximada de 13 años, Dick tuvo un sueño recurrente durante varias semanas. Soñaba que estaba en una librería, tratando de encontrar un número de la revista Astounding Magazine, el cual se suponía que contenía la historia El Imperio nunca cayó, la cual le revelaría los secretos del universo,  pero nunca llegó a encontrar la última revista. Finalmente, Dick llegó a tener miedo de que llegar a descubrirla lo volviese loco. Estos sueños cesaron enseguida, pero la frase El Imperio nunca cayó habría de aparecer más tarde en su obra.
El 2 de febrero de 1974 (fecha sobre la que escribiría con frecuencia, cambiándola luego por alguna razón al 3 de febrero) se recuperaba de los efectos del pentotal sódico administrado durante la extracción de una muela del juicio rota. Al abrir la puerta para recibir un nuevo envío de analgésicos, advirtió que la mujer que le traía el paquete llevaba un colgante con lo que él llamó la "vesícula Piscis", (dos símbolos relacionados: el Ichthys -dos arcos en intersección representando el perfil de un pez- que los primeros cristianos usaban como símbolo secreto), y la vesica piscis. Al quedarse solo, comenzó a sufrir extrañas visiones. Aunque éstas podrían en principio atribuirse a los analgésicos, se prolongaron durante varias semanas, lo que vuelve tal explicación poco plausible.
Durante febrero y marzo de 1974 experimentó una serie de visiones, a las cuales se referiría como "tres-dos-setenta y cuatro" (3 de febrero de 1974). A medida que las visiones crecían en duración y frecuencia, Dick proclamó que había comenzado a vivir una doble vida: una como él mismo y otra como Tomás, un cristiano perseguido por los romanos en el siglo I d. C. A pesar de que había consumido drogas y seguía haciéndolo, Dick aceptó estas visiones como reales, buscando otras explicaciones racionales y religiosas, creyendo que había establecido contacto con una entidad divina de algún tipo, a la que se refería como Cebra, Dios, o más frecuentemente SIVAINVI (acrónimo de SIstema de VAsta INteligencia VIva (en inglés VALIS: Vast Active Living Intelligence System). Dick usó este término como título para una de sus novelas, de carácter semiautobiográfico; posteriormente teorizó que era un satélite de algún tipo que usaba rayos para comunicarse con la gente de la Tierra, y  que dicho ente usaba lo que él denominó un "estímulo desinhibidor" para predisponer a los sujetos a la comunicación, en su caso la vesícula Piscis.
El propio Dick especulaba con la posibilidad de sufrir esquizofrenia. Experimentara o no realmente algún tipo de comunicación divina, Dick fue incapaz de explicar racionalmente los hechos. Durante el resto de su vida, luchó por comprender mejor lo que le estaba ocurriendo, cuestionando su propia cordura y su percepción de la realidad.
Como dijimos,  experimentó con drogas psicoactivas, aunque siempre negó que hubieran influido en su obra. No obstante, el consumo de drogas fue tema importante en muchos de sus trabajos, como Una mirada a la oscuridad Los tres estigmas de Palmer Eldritch.

Estilo.
Álex Vidal, en una excelente reseña aparecida en Bibliópolis, nos dice:
“Philip K. Dick desistió, aparentemente, de verter sus inquietudes trascendentes en novelas de realismo sucio tras el premio Hugo que cosechó El hombre en el castillo: no por dedicarse en exclusiva a la ciencia-ficción dejó definitivamente las ideas que le rondaban, tanto por la cabeza como por su vida; más bien al contrario, había descubierto en la ciencia-ficción un terreno ideal para metaforizarlas. Preocupaciones de carácter filosófico, en ocasiones ingenuas, otras veces inquietantes, revestidas de la ciencia-ficción, y que sacan la filosofía  a la calle,  y va logrando una audiencia receptiva, aunque también perpleja.

Estructura habitual de los cuentos 
  1. parte de la presentación del personaje, un hombre común, un antihéroe, descrito en en apenas unas líneas de diálogo rutinario,
  2. encara la ruptura de su cotidianidad,
  3. el antihéroe se ve abocado a un conflicto que lo impulsará a actuar sin rumbo en pos de un objetivo que apenas atisba,
  4. un final en el que la situación se haya remendado, pero que, tras la revelación de la "realidad subyacente" a la situación habitual (en forma de impostura, de robot, de revelación tras la primera apariencia) no volverá a ser la misma.
  5. Algunos cuentos acaban con una aniquilación física, aunque la muerte no sea el final en sí, sino el punto superior en la rueda cíclica de los acontecimientos.

Esta estructura apenas varía, casi es calcada de un cuento a otro: Dick estaba embarcado en un ritmo frenético de producción, acuciado por sus necesidades económicas. A pesar de la frescura y la originalidad de la propuesta, pequeñas joyas conviven con cuentos marcados por incoherencias argumentales, descuidos formales y estilo laxo, además de la repetición esquemática antes señalada.
Entonces, si el estilo no es el "valor añadido" de su narrativa corta, es que hay una potencia evocativa bajo la ficción, que deja al lector el esfuerzo de descifrar el contenido. La irrupción de un mundo revelado en el universo "ordenado" en el que los personajes vivían tranquilos nos conduce a las ideas sobre la naturaleza de la realidad y la posibilidad de aprehenderla, inquietud esta procedente de su formación autodidacta en la filosofía que resuena con los ecos de la caverna de Platón, pero tamizada por la literalidad con la que plasmaba los conceptos abstractos, consecuencia en parte de sus peculiaridades psiquiátricas.
Dick usa los arquetipos de la ciencia-ficción como herramientas para simbolizar los diferentes aspectos de la apariencia y la cognición:
·        los simulacros,
·        los androides, los falsos humanos que amenazan con someter al ser humano a sus designios,
·        los extraterrestres suprahumanos, casi divinos.

El conflicto principal, o el más destacable, parte de la dificultad de distinguir lo que es humano de lo que no lo es, y la meta es lograr discernirlo, pues frecuentemente el engaño tiene como objetivo acabar con lo que nos define como humanos (en ocasiones una eliminación física, como en "Colonia"; en otras ocasiones, quizá las más terroríficas, sustituyendo la bondad, la empatía, como "La segunda variedad" o "El padre cosa") para obtener sus objetivos.
Nos reímos con su fino y cáustico sentido del humor ante la descripción de los patanes e ineptos que dirigen el mundo, nos implicamos y nos embarramos con los obstáculos trascendentales que, sospechaba Dick, velaban la realidad y nos convencemos, -tal era la preocupación principal que se articula como eje fundamental del corpus dickiano- de que no estamos en realidad aislados en nuestra cárcel de carne y huesos sino que, a través de la empatía, de esa empatía que nos brinda la puerta a su (nuestro) mundo, formamos parte de una comunidad.
No es literatura de ideas, sino un humanismo radical que enfrenta al hombre con su naturaleza más íntima, que busca liberarse de imposturas, divinas y humanas, en pos de un hombre nuevo, racional.

Podemos recordarlo todo por usted
El relato breve que trabajaremos en el taller es la base de la película Total Recall, aquí El vengador del futuro, en 1990, con Arnold Schwarzenegger -por entonces un ícono de las  películas de acción-,  como Quail.
El relato de Dick se centra más en la controversia que se le presenta al personaje al descubrir que le han sido implantados recuerdos que sustituyen su pasado, recuerdos que una vez recuperados le ponen en peligro. Dick busca como siempre la paradoja, la incertidumbre, la ambigüedad para redondear su relato (perfecto en su sencillez, opinaron en El lamento de Portnoy).
Llevó hasta la obsesión el tema de la falta de veracidad comprobable de la realidad, la subjetividad de ésta y la imposibilidad de comunicar nuestras sensaciones sin sospechar de la improbabilidad o de la consistencia de los Otros.
Representa un clásico enmarañado acerca de la realidad, la falsa memoria y la memoria real.

Douglas Quail, un hombre simple y ordinario, desea visitar Marte. Incapaz de permitírselo, visita una empresa, Rekall, Inc., que ofrece memorias implantadas. La tentativa de implantar algunos recuerdos marcianos vivos en Quail como un agente secreto, revela que es en realidad un agente encubierto del gobierno, al que le fueron manipulados sus recuerdos debido a lo peligroso de los secretos que conocía.
El personal de Rekall consigue deshacerse de Quail rápidamente, mientras que el gobierno lo busca para acabar con él, pero al final consiguen hacer un trato: implantarán a Quail un recuerdo que deseaba desde su infancia, en el que se convierte en un héroe para la humanidad, por lo que se dirige de nuevo a Rekall para el proceso de implantación de recuerdos, que sorpresivamente ha de volver a ser suspendido cuando descubran que este antiguo recuerdo no es un anhelo, sino otro recuerdo suprimido.

Cuántos ecos ese tema, incluso borgeanos: circula algo de Las ruinas circulares, y que valga la redundancia.

domingo, 22 de mayo de 2011

Roth: apostillas.


Philip Roth ganó esta semana el premio Man Booker International, en el momento preciso en que lo estamos recreando en El Cronotopo. Casi una especie de confusión metanarrativa entre el mundo real y el del taller, con esos cruces entre la ficción y los contextos y escenarios de la realidad.

A propósito de Roth, algunas consideraciones sobre su lectura.

El desarrollo argumental de sus novelas se ancla en un episodio histórico (macarthismo, la guerra de Corea, la política americana de los años noventa, y sigue…)
Combina con enorme destreza lo que se entiende como las líneas narrativas más fuertes en Roth:
  • su preocupación ya conocida por la situación estadounidense, fuertemente desarrollada en títulos como Me casé con un comunista, que bucea los años del macartismo mencionado, o La mancha humana , en la que se aborda la política americana de los años noventa.
  • desarrolla escenarios propios (tanto en tiempo como en espacio, muchas  novelas se corresponden con su infancia: Roth nació en 1933 y creció en Newark), al estilo de lo que sucede en su producción de tinte más autorreferencial y de la que son paradigmáticos los libros aparecidos entre 1979 y 1986 bajo la firma de su alter ego Nathan Zuckerman, y otros bastante posteriores, como Patrimonio , donde se cuenta descarnadamente la muerte de su padre.
  • El uso de situaciones sociales  como metáforas.
James Wood, el controvertido crítico literario de la revista The New Yorker, dice que lo que comparten los autores del posmodernismo es que son “metafísicamente graves y formalmente lúdicos, pero lingüística y filosóficamente sólidos”. Él se refiere a escritores como Beckett, José Saramago, Philip Roth, WG Sebald, Thomas Bernhard, Julio Cortázar, Lydia Davis…

Y es en ese punto que nos resuena, en parte, (y sólo en parte, de acuerdo), una relación entre Roth y Saramago. Ambos son metafísicamente graves, reflexionan a través de la escritura sobre la condición humana, nos remiten a las profundidades de la existencia, cada uno en su estilo y con sus propios rasgos.
Saramago ha desarrollado historias que son una especie de alegoría sobre el ser humano, y su distintivo ha sido:
  • la ruptura normativa (su puntuación, su forma de incluir los diálogos dentro de la narración, y otros detalles),  
  • la deshumanización de los personajes, (en la mayoría de sus novelas, con sólo algunas excepciones), que muchas veces se reducen a arquetipos carentes de carnadura, ya que son simples vehículos de una idea de su autor.
El caso de Roth es absolutamente diferente en cuanto a estilo: sus personajes tienen esa cualidad que los humaniza,  (sienten, se desvelan, se desesperan, se contradicen). No hay ruptura normativa pero sí rasgos distintivos como esas largas oraciones introductorias en que nos sitúa en el marco de tiempo y espacio, con su inconfundible postura ante los hechos.
Sin embargo,  y a su manera, ambos autores utilizan un hecho social (por ejemplo: una epidemia,   en el caso de Ensayo sobre la ceguera de Saramago, y de polio en el caso de Némesis, de Roth) como metáfora de la condición mortal del ser humano y de la debilidad de sus instituciones.  Cada uno la desarrolla con un poder expresivo propio, con una agudeza intelectual específica.
Y de nuevo queda flotando la idea de esos cruces que se dan  entre literatura y realidad, y que nos hacen pensar en las coincidencias vistas desde el propio cristal con que cada uno elabora su manera de percibir.