Test
¿Qué es Bolivia?
¿Un conglomerado de cadáveres?
¿Un colectivo lleno de militares?
¿Una masa enorme de tierra silenciosa?
¿Una planicie de rostros terrosos?
(Impasibles miradas cansadas de esperar)
¿Una altitud de cartón-piedra?
¿Una caída vertical de la pobreza a la nada?
¿Un grupo de niños pijes de anchas corbatas?
¿Una cadena de resentimientos y mentiras?
¿Un puñado de crímenes detrás de la basura?
¿Un niño muerto en una caja de zapatos?
¿Un libro de poemas que arde porque sí?
(Porque invade la sangre de quien lo lee)
¿Un escritorio, dos escritorios, tres escritorios?
¿Una tienda de campaña?
¿Una lluvia pasajera?
¿Un costal de títeres quemados?
¿Un periodista que siempre cae parado?
(Como trípode con un rollo de dólares
que le alegra el ano)
¿Una página menos, siempre tan lejos
de la historia?
¿Un grupo de universitarios confundidos?
¿Un poema, dos poemas, este poema?
Escoja solamente diecinueve respuestas.
¿Un colectivo lleno de militares?
¿Una masa enorme de tierra silenciosa?
¿Una planicie de rostros terrosos?
(Impasibles miradas cansadas de esperar)
¿Una altitud de cartón-piedra?
¿Una caída vertical de la pobreza a la nada?
¿Un grupo de niños pijes de anchas corbatas?
¿Una cadena de resentimientos y mentiras?
¿Un puñado de crímenes detrás de la basura?
¿Un niño muerto en una caja de zapatos?
¿Un libro de poemas que arde porque sí?
(Porque invade la sangre de quien lo lee)
¿Un escritorio, dos escritorios, tres escritorios?
¿Una tienda de campaña?
¿Una lluvia pasajera?
¿Un costal de títeres quemados?
¿Un periodista que siempre cae parado?
(Como trípode con un rollo de dólares
que le alegra el ano)
¿Una página menos, siempre tan lejos
de la historia?
¿Un grupo de universitarios confundidos?
¿Un poema, dos poemas, este poema?
Escoja solamente diecinueve respuestas.
Ni una menos.
Alfonso Gumucio Dagron (1950 - )
Bolivia registra evidencias de ocupación humana desde el 12.000-10.000
a.C. en el Yacimiento de Viscachani, es decir, es la segunda en antigüedad en Sudamérica,
después de Perú. Desde esa época se van desarrollando diversas culturas
sedentarias en el altiplano, como los aymaras, urus, collas, lupacas, y
pacajes, y van estableciendo dominios, como la de los aymaras.
Luego los Incas conquistan
el altiplano boliviano e intentan sin éxito conquistar el oriente boliviano, habitado
por etnias de linajes amazónidos y pámpidos. En las regiones orientales de
Moxos y Baures, entre los siglos IV a. C. y XIII d. C., se desarrolló la
Cultura Hidráulica de las Lomas, la más extensa del continente americano.
El primer europeo en llegar al actual territorio de Bolivia
fue Diego de Almagro en 1535, después de partir del Cuzco con el fin de
conquistar Chile. Muerto Almagro, Francisco Pizarro envió a su hermano Gonzalo
a conquistar y colonizar la región del Collasuyo. Aparecen las primeras
ciudades: Chuquisaca (actual Sucre) en 1538, Potosí en 1546, La Paz en 1548, Santa
Cruz de la Sierra en 1561 y Cochabamba en 1571.
Por más de doscientos años se conoció a Bolivia también como la Real Audiencia de Charcas, (el
más alto tribunal de la Corona española en la zona conocida como Charcas,
llamada tardíamente Alto Perú -hoy Bolivia- porque, entre otras cosas, prometía
impensables cantidades de plata, abundante en sus minas y clasificada (empezando la segunda década del mil
seiscientos), como la mayor productora de este mineral en el mundo. Así, la ciudad de Potosí albergaba la fama de un
Londres o un Nueva York hoy en día, ya que incluso llegó a ser la ciudad más
poblada de América. De esta forma, es como Bolivia se ancla en la
producción minera por naturaleza y la agrícola como complementaria de la
primera.
Luego de su
independencia, Bolivia se sumerge en un
mar de revoluciones y guerras civiles durante más de cincuenta años. Esa constante agitación política que ha
vivido a lo largo de su historia (revoluciones, golpes de estado, dictaduras,
guerras civiles, guerras con países vecinos) la ha marcado indefectiblemente.
Sus tierras han sido
invadidas por casi todos sus vecinos limítrofes. Desde 1828, peleó frente a la
invasión peruana; luego, en 1837 contra Argentina. Un año más tarde, en la
batalla de Yungay con el Perú una vez más.
En 1879, la guerra
que les marcaría el corazón, guerra del Pacífico, en la que pierde la salida al
mar. Entre las guerras más importantes, cabe mencionar que también tuvo una
guerra con el Brasil, que desembocó,
como todas las anteriores y las siguientes, antes de su época democrática, en
la pérdida de parte del territorio.
En 1932, Bolivia vivió un nuevo conflicto sangriento contra Paraguay: la guerra
del Chaco se extendió durante un periodo de tres años y, como siempre,
produjo una significativa reducción de sus fronteras. Confinada a la
mediterraneidad, la dolorosa experiencia del Chaco marcó cicatrices profundas
en los jóvenes intelectuales que sobrevivieron a la campaña. Surge así una literatura de la angustia y
la desesperación, una novela de la frustración y el fracaso.
Muchos escritores
tuvieron que emigrar o fueron ahogados por la convulsión interna. Sin embargo,
en los últimos años la literatura de Bolivia se encuentra en un proceso de
crecimiento, añadiéndose a los nombres canónicos como Adela Zamudio, Óscar
Alfaro y Franz Tamayo, muchos otros de autores recientes.
LA NARRATIVA
CONTEMPORANEA DE BOLIVIA
En líneas generales el punto de partida para la narrativa
boliviana contemporánea podría surgir inmediatamente después de la guerra del
Chaco de 1932.
Tiene seguidamente su significativo desarrollo durante la
Revolución del 52 y en sus secuelas posteriores más escabrosas.
Otra etapa se genera como consecuencia de la Guerrilla
del Che Guevara en Ñancahuazú y finalmente, la literatura del periodo de las
dictaduras que se gesto en la clandestinidad, en el exilio y actualmente en el
restablecimiento de la democracia.
El sacrificio inútil de toda una generación muerta en el
holocausto de la miseria, el infierno de la naturaleza, la irresponsabilidad de
militares y gobernantes se plasma en páginas de punzante realismo donde
predomina la anécdota de los episodios de la guerra.
Lo grotesco, político, social, las dictaduras, el exilio,
la resistencia popular, la lucha estudiantil y militante son los temas de
predilección.
Y la gran ciudad con todas sus plagas de prostitución,
corrupción, narcotráfico, drogadicción, miseria, alcoholismo, politiquería y
negociados conservan un lugar preponderante en los motivos argumentales.
Céspedes: La
Post-guerra y las ideas nacionalistas
Augusto Céspedes, (Cochabamba, 1904 /1997), periodista,
escritor y político boliviano, uno de los escritores más significativos de la
llamada «generación del Chaco» y de la revolución de 1952.
Céspedes obtuvo el título de abogado, pero comenzó a
destacarse en su labor como periodista y columnista. Escribió para periódicos
como El Diario y El Universal.
La Guerra del
Chaco, entre Paraguay y Bolivia, se libró desde setiembre del año 1932 hasta
junio de 1935, por el control del Chaco Boreal. La aridez y escasa población de
ese territorio hizo que, desde la época colonial, nunca se definieran sus
límites en cuanto a la dependencia política-administrativa. Recién después de
que Bolivia perdió la salida al océano Pacífico, como consecuencia de la Guerra
del Pacífico (1879), esa región adquirió un valor estratégico para ese país. La
ocupación del Chaco Boreal era ahora necesaria para salir al río Paraguay y por
esa vía tener acceso al océano Atlántico. Otra de las causas fue la supuesta
existencia de petróleo en el subsuelo chaqueño según la Standard Oil, que ya
los explotaba en Bolivia.
Fue la guerra
más importante en el continente sudamericano durante el siglo XX. Bolivia
movilizó, en los 3 años de duración, 250 000 soldados y Paraguay 150 000, que
se enfrentaron en combates en los que hubo gran cantidad de bajas (60 000
bolivianos y 30 000 paraguayos), gran cantidad de heridos, mutilados y
desaparecidos. Los distintos tipos de enfermedades, tanto físicas como
psicológicas, la característica hostil del teatro de operaciones y la falta de
agua y buena alimentación afectaron la salud de los sobrevivientes, a muchos de
por vida.
La guerra
consumió ingentes recursos económicos de ambos países, de por sí muy pobres. Años
después de concluido el conflicto, se descubrió que no existían yacimientos
petrolíferos, aparte de los que ya se habían descubierto en la pre-cordillera
boliviana lindante con el Chaco.
Al finalizar la guerra, Céspedes publicó Sangre de mestizos (1936), una colección
de relatos cuyo argumento gira en torno a la temática de la guerra del Chaco.
La narrativa de Sangre de mestizos,
es utilizada por Céspedes para mostrar el extremo de barbarie al que se había
llevado a la sociedad boliviana, en función de los intereses de las minorías
elitistas. Céspedes identificó al mestizo como el nuevo ciudadano boliviano,
que asumió su identidad luego de enfrentar su realidad en la guerra.
El relato más célebre de Sangre
de Mestizos probablemente sea "El
pozo", el cuento que trabajaremos, y es una metáfora sobre la inutilidad
absoluta de la guerra, lo absurdo del conflicto que moviliza a miles de personas
que no saben por lo que mueren. En este y otros relatos Céspedes describe el
desencuentro entre el boliviano y el territorio en el que combate: hostil y
ajeno, de un calor sofocante y panorama inhóspito. "El pozo" ha sido considerado como uno de los mejores
cuentos de la literatura boliviana, publicado en varias antologías.
Bolivia actual.
En la actualidad hay una nueva generación –escritores nacidos en las décadas del setenta
y el ochenta– que se ha iniciado con
obras prometedoras, con muchas perspectivas para colocar a Bolivia en un lugar
más relevante en el panorama de la literatura latinoamericana. Podemos señalar
a Gabriel Chávez Casazola, Juan Pablo Piñeiro, Rodrigo Hasbún (Cochabamba,
1981), Maximiliano Barrientos (Santa Cruz, 1979) y Giovanna Rivero (Santa Cruz,
1972).
¿Existe algún tema
literario boliviano por excelencia? Giovanna
Rivero dice en una entrevista:
Existió, pero creo que ha ido mutando en los
últimos años. La mina fue el gran tema de fines del Siglo XIX y comienzos del
XX, y todavía ha tenido sus remanentes en narrativas como la de Edmundo Paz
Soldán y la mía propia. Pienso en el cuento "Azurduy", de Paz Soldán,
que retrata al minero desde la mirada urbana, pero que de todas maneras retoma
uno de los arquetipos bolivianos centrales, fuertemente descriptivos de la
colonia. Sin embargo, el minero ha mutado hacia otros personajes que también
viven "bajo tierra", respirando oxígeno viciado, personajes
saenzianos, casi góticos... Detectives andinos, aparapitas, vampiros híbridos,
solitarios jóvenes cruceños que nacen marcados, mujeres profundamente solas...
Actualmente, ¿cuál es el tema? Por suerte no existe "el tema", en
singular, y no quiero caer en una respuesta fácil que apele a lo universal como
la omni explicación de todo, pero creo que en Bolivia el deseo por narrar individualidades desmarcadas de las
macroestructuras (locales) es relativamente nuevo. Habrá que ver si esa
dirección de la flecha se interrumpe con un proceso político altamente
homogeneizador.
El relato de
migración.
Dice Josefina Ludmer en Aquí
América Latina: “Los relatos de migración de sudamericanos al primer mundo
cuentan una travesía radical: el pasaje de la nación a la lengua. Pueden narrar
un exilio político, económico, universitario, para seguir a su pareja, para
escapar de la policía, etc. En los relatos latinoamericanos la primera
discriminación es la lingüística: los inmigrantes universitarios trabajan con
la lengua y sufren la diferencia lingüística.
En la caída y el relato de migración, en el camino de la
nación a la lengua, los sujetos sufren la experiencia a veces trágica de
convertirse en nadie o en otro: en el latino, el hispano, el sudaca, el bolita.
El emigrado latinoamericano sería entonces, paradojalmente, uno de los sujetos
nacionales de la globalización. Porque está desnacionalizado y desterritorializado
puede ser un representante de lo nacional latinoamericano hoy.”
Giovanna Rivero.
Giovanna Rivero nació en 1972 en Santa Cruz de la Sierra,
pero ha viajado para estudiar por Bolivia y también a los Estados Unidos. Dice “Yo siempre viajo con mi
"ajayu". El problema es que a veces lo dejo olvidado en esas nuevas
ciudades y me cuesta un montón regresar, volver a adaptarme”. El ajayu,
para la cultura aymara, es el principal de los 'espíritus' que tiene el hombre.
Está relacionado con la conciencia, con el razonamiento y también con la fuerza
vital.
Ha escrito una novela y varios libros de cuentos, entre los
que se destacan Contraluna (2005) y Sangre dulce (2006). En sus cuentos los
personajes están siempre poseídos por pasiones extremas y deambulan por el
mundo expresándose con fuerza: hay olores intensos y la sangre nunca está muy
lejos de la superficie. Más que la ironía, abunda el sarcasmo, el humor negro.
Puede haber algún golpe de efecto al final, pero éste nunca es gratuito.
La mujer como un ser que no sólo ama sino que es también
capaz de desear con más fuerza que los hombres es un tema hace rato presente en
la literatura latinoamericana. A la narrativa boliviana le ha costado liberarse
de sus represiones; le han faltado más voces como la de Rivero. En su obra, el
deseo se expresa en la pulsión sin ambages de la carne. Esto le ha valido la
crítica de algunos que aceptan esas expresiones cuando se trata de un escritor,
pero las encuentran “chocarreras” si quien las escribe es una mujer. Lo irónico
de esta lectura tan tradicional está asumido en la escritura de Rivero: ella
sabe que esos críticos están condenados a rechazarla. En la constante lucha
entre los sexos que aparece en su narrativa, la tibieza masculina poco puede
ante el exceso femenino. Los hombres y las mujeres están destinados a
desencontrarse: son más las cosas que los separan que las que los unen. No es
que no quieran entenderse: lo que ocurre es que no pueden.
Trabajaremos cuentos de Giovanna, de su libro Tukzon: historias colaterales. Postmoderna, con
elementos de la crónica periodista, la ciencia ficción, el ensayo, la ficción
tautológica, la narrativa de Rivero es a ratos sarcástica, a ratos nihilista,
pero también tierna y comprometida con las luchas de los desfavorecidos pero de
una nueva manera, sin las ingenuidad de las generaciones anteriores.
El estilo de Rivero es de un fluido ritmo punzante,
mezclando descripciones y observaciones filosóficas con una soltura admirable. Los
cuentos de Tukzon van, de a poco, armando una novela: la historia de una periodista de una
revista freak, a la que se le ha pedido escribir una reportaje
sobre los "coyotes". Tukzon transcurre en un Estados
Unidos en el que el futuro ya es el presente: no es un libro de ciencia
ficción, pero sí uno sobre, entre otras cosas, el impacto del imaginario de la
ciencia ficción en la vida cotidiana.
Nada en este libro de choques de culturas es casual. El título, por ejemplo, tiene una explicación rebelde: "Escribo Tukzón para no olvidar cómo no se pronuncia. Las extranjeras tenemos líos con esa pronunciación. De hecho, quieren que nos comamos la K. Por eso mismo escupo la K". Los textos se desplazan por algunos de los paisajes más emblemáticos de los Estados Unidos -Miami, New York, el Sur, el Midwest--, y aparecen, en frecuente colisión, policías y polizontes, presidentes e inmigrantes ilegales, escritoras becadas y jóvenes extraviadas. Los personajes extrañísimos se suceden sin descanso, y todos tienen una razón de existir más que justificada: el agente H., Ariadna Némesis, o la adolescente que muere en el atentado a las Torres Gemelas y luego, desde otra vida, nos cuenta cómo fue que ocurrió lo que ocurrió: "Mientras volaba pensaba en mamá y en cómo ella no quería que yo fuese con Sue o Amber a tocar el saxo o la guitarra, según cómo se iba rasgando el día, en la azotea de la Torre Sur, donde nos turnábamos con un par de argentinos que bailaban tango, una música tristísima que quizás fue lo que atrajo tanta mala suerte".
Nada en este libro de choques de culturas es casual. El título, por ejemplo, tiene una explicación rebelde: "Escribo Tukzón para no olvidar cómo no se pronuncia. Las extranjeras tenemos líos con esa pronunciación. De hecho, quieren que nos comamos la K. Por eso mismo escupo la K". Los textos se desplazan por algunos de los paisajes más emblemáticos de los Estados Unidos -Miami, New York, el Sur, el Midwest--, y aparecen, en frecuente colisión, policías y polizontes, presidentes e inmigrantes ilegales, escritoras becadas y jóvenes extraviadas. Los personajes extrañísimos se suceden sin descanso, y todos tienen una razón de existir más que justificada: el agente H., Ariadna Némesis, o la adolescente que muere en el atentado a las Torres Gemelas y luego, desde otra vida, nos cuenta cómo fue que ocurrió lo que ocurrió: "Mientras volaba pensaba en mamá y en cómo ella no quería que yo fuese con Sue o Amber a tocar el saxo o la guitarra, según cómo se iba rasgando el día, en la azotea de la Torre Sur, donde nos turnábamos con un par de argentinos que bailaban tango, una música tristísima que quizás fue lo que atrajo tanta mala suerte".
Y para finalizar, aquí va un poema de Óscar Cerruto, poeta, periodista y diplomático (1912/1981), que vivió en Buenos Aires desde 1942 hasta 1946 trabajando en la embajada boliviana de Argentina. Durante su estancia en el país tanto su pensamiento político como literario cambiaron radicalmente, tanto así, que muchos de sus cuentos publicados en Buenos Aires tratan sobre cotidianeidades de la clase alta boliviana.
Cantar
Mi patria tiene montañas,
no mar.
no mar.
Olas de trigo y trigales,
no mar.
no mar.
Espuma azul los pinares,
no mar.
no mar.
Cielos de esmalte fundido,
no mar.
no mar.
Y el coro ronco del viento
sin mar.
sin mar.