C
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uentan que la literatura en Cuba empieza con esta
frase; “La tierra más fermosa que ojos humanos vieran”, que, dicen los
Cronistas de Indias, expresó Colón al pisar suelo cubano,
-incapaz de contener su admiración ante tanta belleza-.
-incapaz de contener su admiración ante tanta belleza-.
Es muy particular en la literatura cubana la claridad
gramatical, y sobre todo la musicalidad: el ritmo siempre está bien definido, y
para muchos poetas es tan importante el
ritmo como el significado, como en La
rumba de José Z. Tallet (1893
- 1989) quien dijo de sí mismo que no fue "...un poeta profesional sino un
hombre como otro cualquiera que, de vez en vez, hacía versos para purgarse el
espíritu...". No habrá sido poeta profesional, pero su obra
sí es poesía, captando bien el alma musical de la cultura africana:
¡Zumba,
mamá, la rumba y tambó!
¡Mabimba, mabomba, mabomba y bomgó!
¡Mabimba, mabomba, mabomba y bomgó!
A
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hora bien. Creemos que es para entender la
literatura de Cuba es necesaria cierta mirada por su historia, tanto pasada como reciente, y lo más amplia que podamos. Porque
los autores que trabajaremos están en medio de toda esta problemática que los
atraviesa, y son las claves necesarias para captar todos sus matices y claroscuros, sus adentros y sus afueras, sus distintas maneras de "habitar" la isla.
Podemos leer la historia cubana como historia, como pretexto para la ficción, pero, como sea,
es inevitable. Como nos ha pasado con otras regiones latinoamericanas, pero en
este caso, aún más.
Como
dijo Eduardo Galeano, quien publicó aquello que dio en llamar “Cuba
duele”, en 2003, tras la oleada represiva desatada contra disidentes:
La
revolución cubana nació para ser diferente. Sometida a un acoso imperial
incesante, sobrevivió como pudo y no como quiso. Mucho se sacrificó ese pueblo,
valiente y generoso, para seguir estando de pie en un mundo lleno de agachados.
Pero en el duro camino que recorrió en tantos años, la revolución ha ido
perdiendo el viento de espontaneidad y de frescura que desde el principio la
empujó. Lo digo con dolor. Cuba duele.
Y finaliza agregando:
Han
de ser los cubanos, y sólo los cubanos, sin que nadie venga a meter mano desde
afuera, quienes abran nuevos espacios democráticos, y conquisten las libertades
que faltan, dentro de la revolución que ellos hicieron y desde lo más hondo de
su tierra, que es la más solidaria que conozco.
E
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ntonces,
un poco de historia.
Decíamos que probablemente ahí empiece, al menos la literatura documentada, ya
que muy poco quedó de los tiempos anteriores a la implacable conquista española.
Porque entre la condena al trabajo obligatorio, las
enfermedades que los fueron diezmando, y después el mestizaje con el negro -el tráfico
de esclavos africanos ya había arrancado desde los primeros barcos, y cincuenta
años más tarde, cuando la industria azucarera comenzó a crecer, se incrementó exponencialmente-,
se fueron borrando para siempre los rasgos
del siboney o del taíno, y empezó esa maravillosa conjunción con lo africano.
Los esclavos habían llegado trayendo sólo como equipaje
la religión y su música. La trascendencia de sus costumbres fue el elemento
fundamental que les permitió tolerar el cautiverio.
Su recuerdo de haber sido libres, las costumbres propias de su tierra en tanta
relación con la naturaleza y la cosmovisión del universo, no se quebrantaron
con el traslado forzado, ni su personalidad y dignidad.
Lograron una sincretización
que les permitió que las diferentes
"reglas" (lucumí, congo, carabalí, arará y otras menores), se unieran
con la religión católica y la música de los conquistadores como un último
recurso, a fin de perdurar como etnia y su descendencia producto del mestizaje.
El criollo, de indio, negro y europeo, son lo multiétnico y pluricultural de la
sociedad cubana.
U
|
n
poco más (de la otra historia): de muros y puertas.
“Desde
que existe el Mundo
hay
una cosa cierta
unos
hacen los muros
y
otros hacen las puertas…”
Carlos Varela, trovador cubano contemporáneo.
La independencia de España en Cuba empieza a gestarse a fines
del Siglo XIX, en 1865, pero no
triunfaría hasta 1902.
Mientras tanto, entre 1878 y 1895, los Estados
Unidos hacen importantísimas inversiones en Cuba, principalmente en el azúcar,
la minería y el tabaco, y al mismo
tiempo, intensifican su control comercial sobre Cuba.
José
Martí ( 1853 - 1895 )
Político republicano democrático, pensador,
periodista, filósofo y poeta, creador del Partido Revolucionario Cubano y
organizador de la Guerra del 95 o la Guerra
Necesaria. Martí señala que esa guerra es continuación de la anterior,
también expresa la necesidad de hacer una República nueva con iguales derechos
para todos.
Al final destaca el significativo latinoamericanismo de la guerra
en Cuba.
Su ideario político–social trascendió las fronteras
de Cuba, marcando pautas que condujesen a América Latina a su “segunda
independencia”. Con la creación del Partido Revolucionario Cubano, como la
organización única de todos los independentistas cubanos que debía conseguir
los medios materiales y humanos para la nueva empresa emancipadora, y su labor
como periodista, impulsó el esclarecimiento y la unificación, centrada en los
núcleos de emigrados cubanos, principalmente en Estados Unidos, pero con amplia
repercusión en la isla.
Por eso se le tiene en un pedestal donde quiera que
haya un cubano.
Si
ves un monte de espumas,
Es mi verso lo que ves:
Mi verso es un monte, y es
Un abanico de plumas.
Mi verso es como un puñal
Que por el puño echa flor:
Mi verso es un surtidor
Que da un agua de coral.
Mi verso es un monte, y es
Un abanico de plumas.
Mi verso es como un puñal
Que por el puño echa flor:
Mi verso es un surtidor
Que da un agua de coral.
Pero...
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El 1 de enero de 1899 se inicia la ocupación de Cuba
por los Estados Unidos a través del gobierno, cuando las fuerzas cubanas
ganaban cada vez más terreno ante el Ejército Español. En 1898 el acorazado
estadounidense Maine se hundió en la Bahía de La Habana (debido a una explosión
de origen desconocido), y Estados Unidos entró en guerra; concluyó
con la firma de un tratado de paz entre España y Estados Unidos en virtud del
cual este último país recibió el control absoluto de Cuba, Puerto Rico y
Filipinas.
Durante este período el gobierno interventor de EEUU asegura su situación privilegiada con
respecto a Cuba: crea leyes que favorecerían todas las inversiones
estadounidenses, como por ejemplo las concesiones mineras, y entretanto se aprueba la Enmienda Platt, con la que el
gobierno de Estados Unidos se otorga el derecho a intervenir en los asuntos
internos de la isla cuando lo entendiera
conveniente.
Arranca la República en 1902, la economía comienza a
crecer, van surgiendo el movimiento obrero, y a la par, el movimiento estudiantil e intelectual; aparece
la dictadura de Gerardo Machado, hasta que en medio del descontento en 1933 un
golpe de Estado coloca al entonces sargento
Fulgencio Batista al frente, y si bien hay intermedios democráticos, entre la represión a opositores, la creación
de grupos que controlan el negocio de la droga, la prostitución y los juegos
prohibidos, el ahora coronel Batista vuelve a tomar el poder en 1952.
Revolución
y Socialismo (1959-actualidad)
Para contrarrestar el Golpe y sus efectos nació un
movimiento encabezado por Fidel Castro, en ese entonces un joven abogado cuyas
primeras actividades políticas se habían desarrollado en el medio universitario.
Mostrando una nueva estrategia de lucha armada contra la dictadura, Fidel
Castro comenzó a preparar esa batalla
junto a su hermano Raúl, y ya en 1956 con Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos y tantos
otros.
Finalmente Batista huye en 1958, y el gobierno encabezado por Fidel abre
entonces un proceso de expropiaciones y nacionalizaciones que afectaron
fuertemente a la clase alta y a las empresas estadounidenses. Esto, obviamente,
fue mal recibido por el gobierno estadounidense, que incluso desde antes del
triunfo comenzó a tener sus diferencias con la lucha cubana.
Simultáneamente
los sectores más conservadores en el gobierno fueron reemplazados, al mismo
tiempo que casi toda la clase alta propietaria de las plantaciones e ingenios
azucareros y un considerable sector de la clase media, quienes abandonaban el país y se instalaban
principalmente en Miami.
En 1961 se produce la fallida invasión
norteamericana en Bahía de los Cochinos, luego los lazos se hacen más fuertes
con la URSS, llega la Guerra Fría, la crisis de los misiles, la expulsión de la
OEA (que durará hasta 2009).
El Período Especial
Treinta años después, en 1991, después de la caída
de la Unión Soviética, el comercio disminuyó en un 80%, y las condiciones de
vida se complicaron. Así mismo, se disparó el número de inmigrantes cubanos que
buscaba salvar su situación económica en los Estados Unidos. Y la represión a
los disidentes, también.
Durante la V Cumbre de las Américas, Barack Obama, reconoció
que el embargo económico a Cuba había sido sido un fracaso a lo largo de los 47
años en que se había aplicado.
Hasta acá la revisión. Después la iremos retomando en la medida que nos sea necesario para seguir, sobre todo con los nuevos autores cubanos.
Alejo
Carpentier (1904/1980)
Fue uno de los mejores narradores cubanos y un
excelente ensayista. Premio Cervantes en 1977.
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Lo "real maravilloso" de Carpentier |
Cursó parte de
sus estudios iniciales en La Habana, y con doce años, se trasladó a París donde
se inició en los estudios musicales con su madre, desarrollando una intensa
vocación musical.
Al regresar a su país, inició los estudios de arquitectura, ya que su padre era arquitecto, pero no finalizaría la carrera.
Al regresar a su país, inició los estudios de arquitectura, ya que su padre era arquitecto, pero no finalizaría la carrera.
Comienza a trabajar como periodista y participa en movimientos políticos izquierdistas. En la década del 20, su situación económica era de penuria y para cumplir con el oficio de ganarse la vida, fue nombrado jefe de redacción de Carteles, hasta 1926, cuando viaja, por primera vez a México.
De regreso a Cuba, en 1927, es encarcelado, durante
siete meses, por firmar un manifiesto contra el dictador Gerardo Machado. Fue
en la cárcel que escribió ¡Ecue-Yamba-O!, su primera novela. Al
salir, funda la revista Avance. En libertad bajo fianza, Carpentier
decide viajar a París, en 1928.
En París se introdujo en el movimiento surrealista
que lideraba André Breton, y se vinculó con Eluard, Aragon, Preverty Artaud.
Visita España, durante la guerra civil, pero la nostalgia le vence, se cansa de
París y regresa a Cuba, en 1936, donde trabaja en la radio y lleva a cabo
importantes investigaciones sobre la música popular cubana. Visitó México y
Haití donde se interesó por las revueltas de los esclavos del siglo XVIII. Se
trasladó a Caracas en 1945 y no regresó a Cuba hasta 1956, año en el que se
produjo el triunfo de la Revolución Cubana.
Trabajó en varios cargos diplomáticos para el
gobierno revolucionario.
En 1933 publicó su primera novela, titulada ¡Ecué Yamba-O! (voz que significa "Dios, loado seas"), donde relata la experiencia de un adepto a la sociedad abakuá, sociedad secreta masculina originaria del Calabar africano. Posteriormente, publicó La música en Cuba (1946) y El reino de este mundo(1949), donde narra los hechos ocurridos en Santo Domingo durante la revolución, uniendo lo imaginario a lo histórico y las creencias mágicas afroamericanas con el deseo de libertad y justicia.
Entre sus novelas hay que destacar Los pasos perdidos (1953), el diario ficticio de un músico cubano en el Amazonas, que intenta definir la relación real entre España y América siguiendo la conquista española. Ésta ha sido calificada como su obra maestra.
Guerra
del tiempo (1958) trata la violencia y la naturaleza represiva del
gobierno cubano durante la década de 1950. En 1962 se publicó El siglo
de las luces, en la que narra la vida de tres personajes arrastrados por el
vendaval de la Revolución Francesa y plantea el tema del choque de dos mundos:
el europeo iluminista, y el mágico, virgen y vital americano.
Concierto
Barroco (1974) es una novela en la que muestra sus visiones acerca de
la mezcla de culturas en Hispanoamérica. El recurso del método (1974)
y La consagración de la primavera (1978); la primera suele
“considerarse como la historia de la destrucción de un mundo”, la caída del
mito del hombre de orden, mientras que la segunda representa la larga crónica
del triunfo en Cuba de un nuevo mito, que Carpentier trata de explicar desde su
imposible papel de espectador: el autor trata de explicar el inconciliable
desajuste entre el tiempo del hombre y el tiempo de la historia.
El término “lo
real maravilloso” inventado por Carpentier y divulgado en el prólogo a su
novela El reino de este mundo ha servido para tipificar su
propia novelística.
Es un símil del llamado “realismo mítico” incorporado a la descripción de la realidad hispanoamericana. La realidad y el sueño, la razón y la imaginación, la historia y la fábula, la vida y la muerte, entretejen sus lazos narrativos con lo mágico y alegórico.
Es un símil del llamado “realismo mítico” incorporado a la descripción de la realidad hispanoamericana. La realidad y el sueño, la razón y la imaginación, la historia y la fábula, la vida y la muerte, entretejen sus lazos narrativos con lo mágico y alegórico.
Viaje
a la semilla:
el itinerario mágico
Marcial, el protagonista, viaja en el tiempo desde
la muerte hasta la juventud y la infancia en un recorrido que termina con la
vuelta al vientre materno. Su vida se narra como el sucederse de diversas
etapas, cada una de las cuales, además, transcurre en una habitación distinta
de su casa.
Uno y otra se animan cuando inician el retorno a la vida, la cual
se desenvuelve como una continua metamorfosis. Hombre y casa viven
paralelamente su existencia y juntos se disuelven en la materia indiferenciada
–tierra y madre, semilla, huevo–, origen y destino común.
El lenguaje musical dicta la disposición de los
capítulos. Desde el punto de vista de la materia
contada, se pueden establecer asociaciones sorprendentes entre los capítulos,
la más obvia, entre el I y el XIII, que abren y cierran, como un marco, el
cuento. Por
esa estrecha relación entre el espacio, el tiempo y los acontecimientos
narrados, el centro se encuentra más bien en el VI, donde vemos un momento
especial del texto. Además de referir a la percepción del protagonista sobre la
inversión temporal, el número seis alude a un punto intermedio en el reloj.
El trayecto constituye una especie de viaje
biográfico de ambos, casa e individuo, a través del tiempo: juntos nacen, se
transforman y desaparecen. Marcial y la casa no sólo se identifican en ese
proceso de rejuvenecimiento; al empequeñecimiento del hombre corresponde un
aumento proporcional de las dimensiones de los muebles de la casa.
El cambio a la focalización del niño produce ese
efecto de contraposición entre éste y la casa, de modo que, como en un espejo,
esta resulta la imagen invertida de Marcial. Pero, al mismo tiempo, cada uno de
los diferentes ambientes de la morada sirve de escenario a un episodio de la
existencia de Marcial.
Así como Marcial recorre la casa en un continuo
movimiento de ascenso y descenso, así recorre su vida. La
dinámica de ascensión y descenso se sintetiza en la imagen de los cirios que,
en el momento de la resurrección de Marcial, "crecieron lentamente,
perdiendo sudores" : crecer y disminuir son movimientos simultáneos, no se
oponen ni se suceden uno al otro, como si se tratara de dos melodías, una ascendente
y la otra descendente pero que se tocan a la vez.
En el ordenamiento de los capítulos, de acuerdo con
la escala musical, destaca la séptima posición. Para empezar, así como son
siete las notas de la escala musical, los nombres de Marcial y Melchor tienen
ambos siete letras, cuyas consonantes aparecen colocadas en los mismos lugares.
La metamorfosis de la casa a través del tiempo se
marca a menudo con el cambio de los instrumentos musicales u objetos de
diversas épocas. Por esto el cuento encierra el tiempo
mágico y nocturno de la metamorfosis alquímica de Marcial y su casa dentro de
un marco de tiempo cotidiano y diurno: los setenta años de su biografía se
condensan y se enmarcan dentro de las doce horas que transcurren entre el
primero y último capítulos.
Guillermo
Cabrera Infante (Cuba
1929 - Londres, 2005).
Premio Cervantes en 1997.
Era el hijo mayor de militantes comunistas y
fundadores de la organización del partido en Gibara, razón por la cual fueron
arrestados con Cabrera Infante, quien entonces, a los siete años de edad,
pasaría varios meses en prisión. De origen canario (sus antepasados eran de La
Palma), en 1941 se trasladó con su familia a La Habana.
A los dieciocho años escribió El señor presidente, una historia que, para su sorpresa, fue
publicada. Más tarde, inició los estudios de Medicina, que dejó para pasar a
Periodismo en 1950. Sin embargo, ya empezaba a descubrir que sus aficiones, la
literatura y el cine, serían las pasiones a las que se dedicaría su vida.
En 1952 los censores del régimen de Batista
encontraron a Cabrera culpable de incorporar obscenidades en un cuento que
había escrito ese año.
Como castigo,
se le prohibió publicar con su nombre, asunto que fue resuelto mediante el uso
del seudónimo G. Caín, una contracción
de sus apellidos.
Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959,
Cabrera Infante, que había apoyado la Revolución cubana, fue nombrado director
del Consejo Nacional de Cultura, ejecutivo del Instituto del Cine y subdirector
del diario Revolución (actual Granma), encargándose de su suplemento literario, Lunes de Revolución, en el que proyectaba
llevar a cabo los sueños de libertad y desarrollo cultural de la revolución.
Sin embargo, sus relaciones con el régimen pronto se deterioraron, debido al corto que Orlando Jiménez Leal y su hermano, Sabá Cabrera, rodaron a finales de 1960. El corto P.M., que describía las maneras de divertirse de un grupo de habaneros durante un día de finales de 1960, fue prohibido en 1961 por Castro.
Estalló la polémica en las páginas de Lunes
de Revolución, hasta que el suplemento fue suprimido ese mismo año. La relación
de la revolución cubana con los intelectuales críticos terminaba. En su
discurso del 30 de junio de 1961 (Palabras
a los intelectuales), Fidel Castro pronunció su célebre frase Dentro de la Revolución todo; contra de la
Revolución, nada. Es el comienzo del exilio de Cabrera Infante.
En 1962, fue enviado a Bruselas como agregado
cultural de la embajada cubana. Durante su estancia en Bélgica, escribiría Un oficio del siglo XX (1963). Allí
viviría con su familia hasta 1965, cuando debido a la repentina
muerte de su madre, vuelve a la isla. En Cuba fue retenido por el Servicio de
Contrainteligencia durante cuatro meses, hasta que finalmente pudo salir al
exilio. Cabrera Infante fue a Madrid y luego a Barcelona. Sin
embargo, las dificultades económicas y la negativa del régimen franquista a
regularizar su situación lo llevaron a mudarse a Londres, donde se instaló
definitivamente.
En 1968
publicó en Londres su primera novela de repercusión, Tres tristes tigres, que originariamente se denominó Ella cantaba boleros.
Se trataba de una versión, notablemente retocada, de su anterior trabajo Vista del amanecer en el trópico (premio Biblioteca Breve 1964 de Seix Barral). Se caracteriza por el uso ingenioso del lenguaje introduciendo coloquialismos cubanos y constantes guiños y referencias a otras obras literarias.
Se trataba de una versión, notablemente retocada, de su anterior trabajo Vista del amanecer en el trópico (premio Biblioteca Breve 1964 de Seix Barral). Se caracteriza por el uso ingenioso del lenguaje introduciendo coloquialismos cubanos y constantes guiños y referencias a otras obras literarias.
En ella relata la vida nocturna de tres jóvenes en La Habana de
1958. En Cuba, la obra fue tildada de contrarrevolucionaria y Cabrera expulsado
de la Unión de Escritores y Artistas y calificado de traidor.
Crítico implacable del régimen castrista, nunca
regresó a Cuba y se negó a que sus obras Tres
tristes tigres y La Habana para un Infante
difunto fueran publicados dentro de la línea de edición de emigrados del
Ministerio de Cultura de Cuba. A principios de los 1970 se instaló en Hollywood
para dedicarse al mundo del cine como guionista, con éxito discreto; trabajó
para la película Bajo el volcán, de
John Huston, basada en la novela de Malcolm Lowry. En 1979 obtuvo la ciudanía
británica; cuando murió, en 2005, esa noticia no fue recogida en Cuba.
Su estilo se caracteriza por los continuos
retruécanos, paronomasias, agudezas, uso del hipérbaton y traslaciones
idiomáticas, con los que intenta imitar el ritmo sincopado del jazz; por el
dominio de los registros coloquiales de la lengua cubana, por un espléndido
sentido del humor y por una gran cultura, manifiesta en la abundante
intertextualidad de sus textos. En virtud de todo esto, el
crítico Enrico Mario Santí llegó a declarar que Cabrera Infante encarnaba, como
ningún otro escritor, el estilo literario de la nación cubana, ya que su
sentido del humor, el "choteo" cubano, reflejaba un modo de ser muy
arraigado en la literatura y la vida de la isla.
Su influencia
es visible en la obra de autores de otras generaciones, como en La guaracha del Macho Camacho del
puertorriqueño Luis Rafael Sánchez o en Última
rumba en La Habana del cubano Fernando Velázquez Medina.
En 2009 aparecieron los primeros signos de una
reconciliación de Cuba con el escritor, después de que dos periodistas ganaran
ese año el premio de ensayo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas, sobre
la vida y trayectoria de Cabrera Infante desde su infancia en Gibara hasta que
abandonó definitivamente la isla en 1965.
Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura de Cuba,
opinó al respecto "que el libro tiene valor entre otras razones porque 'es
bueno que cada vez haya menos adentros y afueras' en la literatura cubana. El hecho
de haber obtenido ese ensayo un premio oficial y ser publicado es un signo que
refleja que, poco a poco, se vuelve a la normalidad".
Delito por bailar el chachachá
“Señor juez, señor juez, señor juez, mi delito es
por bailar el chachachá”; así comienza la canción de Jorge Zamora, popularizada
por la Orquesta Aragón, que da nombre al libro de Guillermo Cabrera Infante, Delito
por bailar el chachachá (1993).
El libro, publicado por Alfaguara, se compone de tres cuentos, uno de ellos incluido, también, en Así en la paz como en
la guerra (1960), primer libro de Cabrera Infante; abre con “En el gran ecbó”, le sigue “Una mujer que se ahoga” y cierra con “Delito por bailar el chachachá”.
Escuchar ese tema nos ayuda aún más a saborear el relato:
http://www.youtube.com/watch?v=RFPzpRVN5mw
Las tres historias son catalogadas por el mismo Caín
como “literatura repetitiva” —basada en el ostinato—, una
imitación de las formas musicales que “trata de resolver la contradicción entre
progresión y regresión al repetir la narración más de una vez”, un recurso intertextual que se vale
de citas, referencias a piezas musicales concretas; son unidades distintas (con un discurso narrativo propio), pero que se complementan.
de citas, referencias a piezas musicales concretas; son unidades distintas (con un discurso narrativo propio), pero que se complementan.
Todas
ocurren en La Habana y se remiten a dos épocas muy específicas de la historia
cubana, el apogeo del bolero en los años
50 —época del filin— y
la instauración del régimen de patria o muerte que para el autor significa “la
caída en el abismo histórico”.
Como es usual, en la narrativa de Cabrera Infante,
el recuerdo de los grandes músicos cubanos que lo marcaron se advierte desde el
comienzo. En la introducción del libro menciona al pianista y compositor Frank
Domínguez, “tal vez el músico popular cubano más sofisticado de los años
cincuenta”, en un guiño de homenaje que le indica a los
lectores que los boleros que inspiran la segunda historia del libro aluden a
sus composiciones.
Los relatos comienzan en un restaurante de La Habana y
tienen por protagonistas a un hombre y una mujer, dos amantes cuyos nombres son
desconocidos; los dos primeros cuentos retratan la misma temporalidad y acción,
sólo que en el segundo el autor introduce algunas variables que enriquecen, o
si se quiere, cambian la historia, pues el final de “En el gran ecbó” (la separación de la pareja) resulta muy
desconcertante e incluso trágico —es un final que no se espera—, mientras que
en “Una mujer que se ahoga” queda
completamente justificado y entendido.
En “Delito por
bailar el chachachá”, aunque se trata de la misma pareja e inicia en el
mismo restaurante, el tema de las disertaciones es otro; su narrador, a
diferencia de las dos primeras voces en segunda persona, ocupa la primera
persona y se presenta como el editor de un suplemento literario, tachado por
intelectual burgués y acusado de promover un arte imperialista.
Este cuento es el que tiene más referencias
musicales.
Además de la canción homónima, guían la trama: La
Internacional, un himno de Brecha, la música del
bolero de Ravel y el chachachá de Jorrín, Silver star, cuyo
coro dice: “Cha cha chá, Cha cha chá, es
un baile sin igual”. Aquí, la historia de amor es un pretexto para ironizar el contexto político cubano y la acción política
de los militantes socialistas dentro del régimen castrista.
El argumento se centra en el cuerpo del delito, el
baile, que es, más bien, la representación de la libertad —del cuerpo y de
conciencia—, pues, como dice la canción,
“la culpa la tuvo él”. Tanto la canción, como el relato, refieren a cuando
se consideró que ciertos estilos musicales eran de influencia yanqui, como el
mambo y el chachachá:
—Tú
debes preguntarme ahora qué quiero yo decir, para poder responderte que el
chachachá, como el arte abstracto, como la “literatura que nosotros hacemos”,
como la poesía hermética, como el jazz, que todo arte es culpable. ¿Por qué?
Porque Cuba es socialista, ha sido declarada socialista por decreto, y en el
socialismo el hombre es siempre culpable.
Utiliza parodias, es decir, el uso de modelos
narrativos ya existentes como base para uno nuevo, por ejemplo la modulación
musical; tópicos, remisiones a géneros o lenguajes determinados, por ejemplo,
al castrista:
—Te
vamo perdonar la vida compañerito.
¿Qué
les dije?
—Por
ahora. Nesesitamo los intelertuale de ante. Pero deja que formemo nuetro propio
cuadros, custede los intelertuale burguese se van a tener quir a noventa
millas.
También parodia al lenguaje cinematográfico: “Traía la chaqueta tirada por sobre los
hombros, como una capa, y al atravesar la terraza me recordó a Bette Davis en Now Voyager”.
Y alusiones,
referencias vagas o latentes a una obra o autor, tal es el caso del cine de
Groucho Marx, de las menciones que se hacen de Brecht o Hemingway o de la
figura del Don Juan: “Cierto, pero una
mujer puede ser un archipiélago. Seré un cartógrafo, para ustedes. Llámenme
Ptolomeo o si quieren, Tolomeo —o mejor, Juan de la Cosa. Don Juan de”.
Con tales recursos, el autor implica al
lector-receptor, ya que apela a su memoria colectiva y lo lleva a remitirse a otros
lenguajes como el cine y la música popular, que entienden lo local como parte
del interculturalismo y la intertextualidad, ya que para Cabrera Infante, el
lenguaje era la unión intrasensorial.
Fue política de estado retirar las vitrolas de los
centros nocturnos y cerrarlos, por propiciar el vicio.
Poco a poco, se
clausuraron los lugares de baile y la vida nocturna de La Habana fue mermando,
con la instauración de una ley seca, parte de una “ofensiva revolucionaria”,
pero lo que más lo resintió fue el baile y, por ende, la música popular. Los centros
de trabajo cerraron y el “ser bohemio-perverso” —escritores y periodistas,
ideológicamente dispares del régimen, y homosexuales— pasó a ser perseguido
político, y, con ello, muchos músicos decidieron emigrar, al igual que Cabrera
Infante.
Literalmente, como escribe el autor, no había
lugares para el baile y la cultura se había reducido a la frase “patria o
muerte”, todo o nada; bailar era una acción política: retar al régimen. Así, en
la canción de Zamora, entra la voz de un guía-juez que absuelve del delito al
coro:
Coro: Señor juez, señor juez, señor juez, / mi
delito es por bailar el chachachá. / Señor juez, señor juez, señor juez, / mi
delito es por bailar el chachachá.
Guía 1: La culpa la tuvo él, / tenía lesionado el
corazón. / Hablamos del chachachá, / el corazón le falló.
[Coro]
Guía 1: Después que se desmayó, tenía que prestarle
atención, / así te conste en el acta: / lo tengo que condenar.
[Coro]
Guía 1: Usted no le dio el auxilio como el caso
merecía, / el cha-cha-chá lo complica, / lo tengo que condenar.
[Coro]
Guía 2: El juez va a dictar sentencia: Este caso tan
sonado no requiere explicación. / Por lo que ya me han contado, usted es peor
que un ciclón. / Si fuera otra la razón, ya lo estaría encerrando, / mas por
bailar el cha-cha-chá: absuelto y ¡siga bailando!
Severo
Sarduy (Cuba, 1937 — París, 1993).
Narrador, poeta, periodista, crítico de literatura y
arte cubano.
Su estilo, pleno de audacia experimental, gusto por el neobarroco y de gran complejidad lingüística, está emparentado con el de Lezama Lima y Cabrera
Infante, aunque también tiene puntos de contacto con el grupo estructuralista Tel Quel de
París, adonde se trasladó a estudiar Historia del arte durante los años 60. Nunca volvió a Cuba.
De
dónde son los cantantes (1967) presenta una estructura
tripartita (tres fábulas); en cada una de estas partes intervienen tres
personajes que van desenrollando tres aspectos de la cultura cubana (lo
africano, lo chino y lo español) hasta conseguir mostrar una visión de La
Habana disgregada a nivel identitario. El texto también incluye un poema que
funciona como epitafio y diez escenas dramáticas en verso.
Severo Sarduy afirmó
sobre esta obra que había intentado hacer un "collage hacia adentro".
El estilo y tono de esta novela es fuertemente paródico, carnavalesco, abundan
los neobarroquismos y la subversión permanente del lenguaje.
En Cobra
(1972) el argumento sufre un constante proceso de disgregación en el cual los
personajes, empezando por el mismo Cobra, el protagonista, transmutan
continuamente, nunca acaban de definirse. Las conexiones metaficcionales entre
el novelista, su obra y el propio lector son por momentos más interesantes a
este último que la propia historia.
En Maitreya
(1978), Colibrí (1983) y Cocuyo (1990) la experimentación
metaficcional sigue siendo una máxima preocupación del autor. Su obra
experimental, como la de Cabrera Infante y Alejo Carpentier ha sido
minuciosamente estudiada por autores de otra generación, incluyendo entre ellos
a los cubanos Leonardo Padura y Fernando Velázquez Medina cuya novela Última rumba en La Habana tiene
evidentes puntos de contacto con De dónde
son los cantantes o Tres tristes
tigres.
La semana próxima seguimos con las nuevas generaciones cubanas, y veremos cómo se van resignificando estos temas, y su percepción de la realidad.
Me gustó mucho la perspectiva que encontraste para hablar de la historia de Cuba. Qué bueno el fragmento que citás de Galeano. Resume una postura a la que personalmente adhiero, haciendo énfasis en eso que admiro tanto de los cubanos y que tanta falta nos hace a nosotros como sociedad, que es el principio de solidaridad. Sin eso, ningún cambio saludable es posible.
ResponderEliminarQué musicalidad exquisita tiene la poesía cubana, y qué representativa de su idiosincrasia y su geografía. Uno los lee y aparece el paisaje de Cuba y el calor y la música. Agendo a Carpentier y a Cabrera Infante para leerlos.
Coincido con Claudia, Cuba es musical, desde los colores que me hacen acordar al xilofón y vaya a saber porqué, esa imagen al principio, el hombre en la bicicleta. Cuba es cantora desde las palabras inconclusas, impronunciables, impedidas de cordura que traen sus poemas, que narran sus cuentos. Cuba es una orquesta inquieta y palpitante... como la música.
ResponderEliminarUna de las mejores formas de enteder al pueblo Cubano??? ir a la Habana "Viajar de forma diferente" tal como lo expresa Coelho en "como el río que fluye, no al resort, no en tour, no al contingente, sino a los bares a los barrios, ahí esta su gente, su historia. Comparte un mojito con alguien el ultimo piso del edificio mas alto de La Habana, será maravilloso.....
ResponderEliminarM.A.O. El sur tambien existe......