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a narrativa moderna en el Perú puede empezar a perfilarse hacia
los años 60, cuando empieza a darse el
boom de literatura latinoamericana y comienzan a manejarse los tratamientos
estructurales que planteaban Joyce, Hemingway y William Faulkner, pero también con
una gran apertura a los nuevos autores y registros de Julio Cortázar, Jorge
Luis Borges, Juan José Arreola, Juan Carlos Onetti, Roberto Arlt, entre otros. Así surgen y se consolidan Mario Vargas Llosa
(Premio Nobel en el 2010), Julio Ramón Ribeyro, Luis Loayza.
Aparecen relatos en donde se rompe la concepción lógica del
tiempo, los personajes se humanizan, los lenguajes y registros de habla
representados cobran mayor verosimilitud. Pero fundamentalmente comienza una marcada preocupación colectiva por
representar los fenómenos que se sucedían en Lima: el crecimiento
desmesurado de la capital, el surgimiento de barrios marginales, la decadencia
de la aristocracia limeña, la representación psicológica, moral, económica y
lingüísticas de los individuos de la ciudad.
A lo largo de esos tiempos en toda Latinoamérica se van sucediendo
dictaduras militares, represión y descalabro económico, hasta que llegan los años 80 con una guerra interna en
Perú que abarca más de una década cruenta (Fujimori, Sendero Luminoso, corrupción, violencia).
Una de las consecuencias claras en la narrativa es que se va
desvaneciendo la literatura rural, como podía
leerse en casi todos los textos del boom, y que en muchos casos fue el sitio de relatos de identidad nacional: una
Latinoamérica rural en esa etapa de las naciones y el capitalismo. Surge
entonces lo que Josefina Ludmer
llama la barbarización de la ciudad
al rodearse de miseria y dividirse violentamente para representar lo social.
En su ensayo Aquí América latina. Una especulación, J.Ludmer
desecha las nociones de autor, obra, ficción y realidad, y diseña un sistema de
lectura de la literatura latinoamericana que pone de relieve los modos de
fabricación de realidad al nivel de la imaginación pública: la que se produce
colectiva, anónimamente, en este siglo XXI.
(Internet, el tiempo cero, la simultaneidad, las nuevas diferencias
generadas por el acceso a la instantaneidad, lo íntimo, lo público, lo íntimo público:
nuevas herramientas para pensar nuestro mundo a partir de la literatura.)
Esta literatura borra las fronteras
entre lo rural y lo urbano, anexa el campo e incluye en su interior muchos de
sus sujetos, sus dramas y sus mitologías. La autora habla de nuevas
categorizaciones como la aparición de la realidadficción, construida para
mostrar esos mecanismos de división social, que es al mismo tiempo global,
porque repite la división global.
Y agrega: Si la isla
urbana en América latina es la ficción de un territorio que se puede
desterritorializar, abandonar y destruir, la
literatura ya no es manifestación de identidad nacional. Se trata de una forma de territorialización que es el
sitio y el escenario de otras subjetividades o identidades, y de otras
políticas.
Así van apareciendo nuevas generaciones de escritores que han
profundizado más en la problemática urbana, la vida posmoderna, la explosión del terror en los 80.
Una de las características de los narradores del 90 y del
2000 es la marginalidad de los personajes, ya sea que estos provienen de
barrios pobres y conflictivos de la capital, o son personajes con algún
desvarío psicológico o mental, étnico o sexual. En ellos el fracaso y la
decepción se simbiotiza y mimetiza con el medio que los rodea. De esta manera,
tenemos una ciudad caótica, decadente.
Pero este modo de representar la ciudad moderna y el
desencanto de la clase social baja limeña es un tópico recurrente en la
narrativa peruana.
Sin embargo, son los narradores peruanos de los 90 los que
se detienen a explorar el lado más oscuro, grotesco y ruin del sujeto y su
entorno, además de utilizar la temática del alcohol y las drogas como medio de
evasión y serenidad momentánea. Se deja de lado la idea de 'compromiso', y se
privilegia una reconstrucción del pasado a través de un proceso de
ficcionalización de la historia, retomando aquí, un punto explotado por la
nueva narrativa hispanoamericana y el boom. Así, si no son los primeros, son
los que más ahondan en el tratamiento literario del proceso de la guerra
interna (1980-1993).
Fuentes: Carlos Eduardo Zavaleta, Edmundo Paz-Soldán.
Fuentes: Carlos Eduardo Zavaleta, Edmundo Paz-Soldán.
El proyecto de presentar toda la literatura de un país es
imposible: el mundo es demasiado fragmentado, y lo mismo pasa con la literatura
que describe y recoge de manera individual y subjetiva realidades desiguales.
Por lo tanto, trabajaremos con una breve pero significativa selección de autores peruanos contemporáneos.
Iván Thays ( Lima, 1968)
Fue estudiante de
Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Después de publicar en 1992 su primer libro "Las fotografías de Frances
Farmer", se empezó a destacar como una joven promesa de su generación.
Entre sus siguientes publicaciones, destacan El viaje interior, La disciplina de la vanidad y Un lugar llamado Oreja de Perro. Alonso
Cueto ha comentado sobre él, que «Existe en el Perú una generación de
escritores novísimos que pretenden apartarse de la forma usual de escribir
novelas realistas. Iván Thays y Mario Bellatin han sido los maestros de estos
escritores jóvenes»
En 1998 fue finalista del Premio Copé y ganó el Premio Príncipe Claus 2000 por su contribución cultural, y su obra La disciplina de la vanidad fue finalista del Premio Rómulo Gallegos.
En 2005 creó el blog Moleskine Literario. En 2008 quedó
finalista del Premio Herralde de Novela por la novela que publicó aquel año: Un lugar llamado Oreja de Perro.
Santiago Roncagliolo (Lima, 1975)
Hijo del sociólogo, periodista y político Rafael Roncagliolo,
Santiago Roncagliolo pasó parte de su infancia en Arequipa. Su familia dejó
temporalmente el país en 1977, debido al gobierno militar de Morales Bermúdez
que se había instaurado en 1975. Después de vivir en México, Santiago regresó
con sus padres a Perú, y se licenció en Lingüística y Literatura en la
Universidad Católica.
De su infancia en el extranjero, dice: "Crecí en una
familia de exiliados. Mis compañeritos de juegos eran otros exiliaditos de
Chile, Argentina, Centroamérica o Uruguay. Íbamos al colegio con camisetas del
Frente Sandinista de Liberación Nacional. Jugábamos a la guerra popular. Y
sobre todo, aunque las conversaciones de los mayores eran complicadas,
entendíamos que algún día haríamos una revolución, fuese lo que fuese eso. Aún
era un niño cuando regresé al Perú. Y fue confuso, porque resultó que ya había
una revolución en marcha. La realizaba Sendero Luminoso, y no se parecía a las
cosas lindas que nos habían dicho de ella. Para la clase media de Lima, la
revolución estaba hecha de apagones, miedo, bombas y muertos. Y para los campesinos,
de cosas mucho peores".
En 2000 voló a Madrid decidido a triunfar. Ejerció de negro literario e incluso hubo momentos
en que se vio obligado a trabajar limpiando casas en España para salir adelante
y poder subsistir. Cuenta el autor: "Fui a España a ser escritor,
siguiendo la estela de los latinoamericanos que habían triunfado en Europa,
como García Márquez, Vargas Llosa o José Donoso. Pronto me di cuenta de que los
fracasados son muchos más que los triunfadores, sólo que sus historias no trascienden,
nadie las sabe. En honor a todos esos mártires de la literatura, decidí escribir
la historia de un fracasado" . Sin embargo, el mismo Roncaglioglo triunfó
y se ha quedado en España, donde reside actualmente en Barcelona.
En 2006 su novela Abril
rojo, que trata sobre las peripecias de un fiscal dedicado a investigar los
crímenes de un supuesto rebrote terrorista y en el camino descubre el oscuro y
violento pasado de los militares del gobierno de Fujimori, obtuvo el Premio
Alfaguara de novela.
Memorias de una dama
(2009) no circuló libremente en República Dominicana, aparentemente porque una
de las líneas de la novela, la de Diana Medetti, trataría de un personaje real
—Nelia Barletta de Cates, perteneciente a las familias más poderosas de ese
país—, cuyos hijos estaban en contra de que se publicara. "El libro se
distribuyó solo en tres países sin publicidad ni giras", ha señalado él mismo
basándose en información entregada por la propia editorial.
En 2010 fue elegido por la revista británica Granta como uno
de los 22 mejores escritores en español menores de 35 años.
Diego Trelles Paz,
(Lima, 1977)
Es escritor, guionista, músico y organizador de revistas y
antologías representante de la generación de los 2000, conocido por su
teorización y práctica de la novela policíaca alternativa en América Latina y
por sus investigaciones en torno a la vida y obra del novelista chileno Roberto
Bolaño. En 2008 elaboró el prólogo de El futuro no es nuestro, editado por
Eterna Cadencia, en Bs. As., una excelente antología sobre narrativa
latinoamericana.
Daniel Alarcón (Lima, 1977).
Criado en Alabama, es de nacionalidad peruana y estadounidense.
Actualmente vive en Oakland, California donde es el escritor visitante
distinguido del Mills College.
Se le reconoce dentro de la legión de los mejores escritores
jóvenes del Perú. Alarcón, se mudó a los Estados Unidos poco antes de la época
de Sendero Luminoso, y fue criado desde los 3 años en Birmingham, Alabama,
estudiando en el colegio Indian Springs en el condado Shelby en Alabama. Está
graduado en antropología por la Universdad de Columbia, ha estudiado en Ghana y
fue profesor durante dos años en Nueva York.
Le concedieron recientemente una beca Gugenheim, nominándole
como "uno de los 21 novelistas jóvenes americanos" (GRANTA, Reino
Unido) y uno de los 39 novelistas latinoamericanos (Bogotá, Colombia).
En su cuento Ausencia, trabajaremos el imaginario del migrante latinoamericano, viendo las características, transformaciones, conflictos, reelaboraciones y relaciones del discurso de este sujeto migrante.
Mario Bellatin (Ciudad de México, 1960)
El mexicano Mario Bellatin es otro
gran escritor peruano: hijo de padres peruanos, Bellatin nació en México, pero a los cuatro años de edad se fue con su
familia a Perú, donde estudió Teología durante dos años y, después, Ciencias de
la Comunicación en la Universidad de Lima. Asegura: "Siempre escribo para
saber quién soy", lo sacaron de México a los cuatro años, pero regresó finalmente
para desarrollar allí su obra literaria.
La obra de Mario Bellatin es marcadamente experimental, plantea un juego lúdico entre realidad y ficción, con referencias apócrifas, crónicas, biografías o documentos científicos o inventados, provocando así situaciones inverosímiles e incluso graciosas. Pero la crítica considera a este autor mexicano como "un autor de culto, inclasificable, extraño, raro", si bien para Mario nada de lo anterior tiene sentido. “A mí lo único que me importa es seguir escribiendo”, enfatiza.
Hola Gracie... Me gustaron mucho los escritores latinoamericanos. Se que faltan los brasileros, uruguayos y no se si más. Me describen claramente el padecimiento de sus pobladores; me ubican y eclarecen en la temática de sus pueblos. Un beso grande
ResponderEliminarSorprendido por la fuerza de la escritura de estos jóvenes peruanos. Recomiendo Abril Rojo de Santiago Rocagliolo premio Alfaguara 2006, diría yo que es casi su protagonista el Fiscal Félix Chacaltana Saldívar es (si se puede ser el alter ego de un personaje de ficción), el alter ego del Bartlevy de Melville. Excelente novela
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