El tiempo y el espacio del taller de lectura plasmado para:



leer de diferentes maneras (por arriba, por abajo, entre líneas, a fondo, participando del texto, recreándolo),



dar cuenta de los procesos culturales en que surgen y son comprendidas o cuestionadas las obras literarias,



pensar (discutiendo, asombrándose, dejándose llevar por lo que los textos nos dicen -pero parece que no dijeran-),



y por sobre todas las cosas, y siempre, disfrutar de la buena literatura.








sábado, 27 de noviembre de 2010

Los precursores: Hawthorne, Melville y Poe.

Hawthorne (1804-1864), y los problemas éticos del pecado, el castigo y la expiación.




Ya trabajamos con la extraña historia de Wakefield, que Hawthorne ficcionaliza a partir, dice, de haber descubierto en la noticia de un periódico. Wakefield es un hombre aparentemente sereno, de un disimulado egoísmo y vanidad, ávido de misterios, de situaciones enigmáticas. Es también un marido colmado de rutinas y perezas. Una vez, Wakefield decide ausentarse por unos días. Le anuncia a su esposa un viaje que realizará. Abandona luego su hogar, pero no se aleja demasiado. Se aloja en una habitación a la vuelta de la esquina. Desde allí, puede espiar a su cónyuge. Su primera intención es volver quizá al cabo de una semana. Y, sin comprenderlo, fuera de toda coherencia lógica, Wakefield no vuelve. Continúa en su lugar extraño, otro. Y así transcurren veinte años.
Hasta que un día, también por un impulso inexplicable, regresa a su casa, y se reencuentra con su esposa como si nada hubiera ocurrido. Como ya antes se señaló, en Hawthorne es inevitable el salto moralizador o alegórico de la ficción. Por eso, en el final del relato, señala: "En la aparente confusión de nuestro mundo misterioso los individuos se ajustan con tanta perfección a un sistema, y los sistemas unos a otros, y a un todo, de tal modo que con sólo dar un paso a un lado cualquier hombre se expone al pavoroso riesgo de perder para siempre su lugar. Como Wakefield, se puede convertir, por así decirlo, en el Paria del Universo".

A través de sus profundas exploraciones psicológicas, Hawthorne exploró las motivaciones secretas de la conducta humana, y los sentimientos de culpa y angustia que él atribuyó a los pecados cometidos contra la humanidad, especialmente los debidos al orgullo. Por su preocupación por el pecado, es continuador de sus antepasados puritanos, pero por su concepto de las consecuencias del pecado, se alejó de la idea de destino que mantenían sus hermanos de religión. La utilización frecuente que hace de la alegoría y la simbología presenta a sus personajes, con cierta frecuencia, un tanto difuminados e irreales, aunque manifiestan la ambivalencia emocional y espiritual que el autor consideraba inseparable de la herencia puritana de su país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario