El tiempo y el espacio del taller de lectura plasmado para:



leer de diferentes maneras (por arriba, por abajo, entre líneas, a fondo, participando del texto, recreándolo),



dar cuenta de los procesos culturales en que surgen y son comprendidas o cuestionadas las obras literarias,



pensar (discutiendo, asombrándose, dejándose llevar por lo que los textos nos dicen -pero parece que no dijeran-),



y por sobre todas las cosas, y siempre, disfrutar de la buena literatura.








domingo, 5 de agosto de 2012

El "desdoblamiento" del Caribe y Centroamérica: desde el exilio.



Y
a estamos terminando el recorrido literario por América Latina. Para esta semana nos queda América Central y el Caribe, y lo enfocaremos desde la literatura de los últimos años, en donde veremos similares constantes pero también particularidades precisas.

Concretamente trabajaremos con algunos autores noveles de Puerto Rico, República Dominicana, Panamá, El Salvador y Costa Rica.


Primero, un poco de historia.

Como ya hemos visto, en el siglo XIX, con la llegada de la imprenta, la creación de una prensa nativa y de sociedades económicas y ateneos culturales, se desarrolló una clase intelectual “criolla” que empezó a cuestionar sus relaciones coloniales y a crear conciencia nacional a través de su producción literaria. 

En el Caribe hispano, entre las obras más importantes de la época se encuentran El Gíbaro del puertorriqueño Manuel Alonso, Enriquillo del dominicano Manuel de Jesús Galván. En Trinidad, por otro lado, aparecieron Warner Arundell del escritor anglojudío E. L. Joseph y Emmanuel Appadocca por Michel Maxwell Philip, novelas pertenecientes al Bildungsroman y  escritas con el propósito de legitimar grupos étnicos, raciales o sociales que hasta el momento se habían visto oprimidos por la elite blanca hacendada y de reclamar superioridad sobre la civilización colonizadora.

En otras palabras, se fue creando una conciencia nacionalista por parte de grupos intelectuales “criollos”, pero en una relación adversa a la metrópolis y a otros grupos minoritarios, como los de la India en Trinidad, que no pertenecían a la incipiente burguesía nativa.

No obstante, se puede vislumbrar dentro de la literatura caribeña un canon ideológicamente "postesclavista" que utiliza estructuras de la narrativa del esclavo o abolicionista, como la voz negra,  para investigar el pasado y ubicar esa misma voz dentro del contexto social y cultural del sistema de plantación.

Según George Handley -en su estudio Postslavery Literatures in the Americas (2000)-, esta literatura autoconscientemente arguye, mediante historias familiares, que la amnesia causada por la esclavitud no había sido resuelta por las emergentes culturas nacionales. 

Por el contrario, dicho nacionalismo incipiente, con el propósito de mantener y consolidar el poder social de las clases dirigentes, muchas veces había evadido el sincretismo y el caos genético característico de las culturas de plantación. Por lo tanto, esta escritura sobre genealogías intenta reconstruir los lazos familiares que fueron rotos por el sistema esclavista al igual que pone de relieve los legados de la esclavitud que todavía persisten en las economías y en los discursos sobre raza y nacionalismo del Caribe.

 Entre los escritores que Handley destaca se encuentran Jean Rhys de la isla de Dominica (Wide Sargasso Sea), Alejo Carpentier de Cuba (El siglo de las luces) y Rosario Ferré de Puerto Rico (Maldito amor), entre otros escritores estadounidenses como William Faulkner y Toni Morrison, que han escrito sobre la cultura de las plantaciones en el sur de los Estados Unidos y en los cuales la crítica ha percibido una extensión ideológica del Caribe.

Esta concepción del "desdoblamiento" del Caribe fuera de sus bordes geográficos por la crítica poscolonial ha enfatizado el carácter exílico o diaspórico de su literatura. Por razones históricas, lo que se denomina como cultura caribeña ha tenido repetidamente sus bases en desplazamientos de distintos grupos étnicos o raciales: desde los arahuacos y caribes que subieron por el Orinoco y se desplazaron por las islas; los españoles que dejaron atrás la península y conquistan las islas; los demás europeos que les siguieron a los españoles en la colonización; los africanos, quienes fueron capturados y extraídos de su continente para trabajar en las plantaciones que los europeos establecieron.

También estaban los indios, chinos, portugueses e irlandeses que fueron traídos para trabajar en esas mismas plantaciones tras la abolición de la esclavitud; los estadounidenses que llegaron a fines del siglo XIX en su proceso de expansión para tomar las antiguas colonias españolas e intervenir en las nuevas repúblicas; las migraciones en masa de afrocaribeños entre 1880 y 1920 hacia América Latina por la alta tasa de desempleo combinada con el dominio imperialista de los Estados Unidos y sus compañías fruteras;
los viajes de los isleños intelectuales a las grandes ciudades de sus respectivas metrópolis; las oleadas migratorias de puertorriqueños empobrecidos a los Estados Unidos en las décadas de los veinte y cincuenta durante procesos de "modernización";
el exilio político y económico de los cubanos a Puerto Rico, Nueva York y Miami en diferentes oleadas tras la Revolución y sus ramificaciones hemisféricas; el exilio económico de los dominicanos a Puerto Rico tras el colapso de la dictadura de Trujillo; la diáspora de los intelectuales haitianos durante las dictaduras de los Duvalier…

 En fin, por estos hechos, en la segunda mitad del siglo XX, la historiografía literaria ha considerado el exilio o diáspora como el nexo fundacional entre los nacionalismos caribeños y sus literaturas. 

El Caribe ha sido reconfigurado por la crítica como una "idea cultural" más que una región actual; es decir, como indica Alison Donnell en su historia literaria caribeña del siglo XX: "es un espacio híbrido, dislocado, móvil, atractivo a las demandas de la teoría poscolonial y sus alianzas a subjetividades migratorias y sus escrituras".

Fuente consultada: Hugo M. Viera Colón, 6/3/2012, en  
http://www.enciclopediapr.org/esp/article.cfm?ref=11092801&page=5



G
lobalización y literatura en América Central (y a grandes rasgos, también en el mundo).





Actualmente se observa en todo el mundo que la producción de textos experimentales que adoptan procedimientos de las vanguardias históricas (como la descontextualización, la sustracción, la parodia, el sinsentido, la puesta en cuestión de la autoridad narrativa, la irracionalidad, la ausencia de linealidad, la fragmentación, la cita apócrifa, la utilización de gráficos y fotografías, la reescritura y la intertextualidad) tiene como resultado la constitución de una vanguardia sin programa político, una vanguardia afirmativa de los valores dominantes, de los que emergen las convenciones literarias cuyo dios es el mercado.

Aunque no todos se rigen por esos parámetros, es la mayoría la que marca la pauta y si el mercado solicita cierto tipo de textos (o, en muchos casos, satura los stands), no es una característica individualizada sino general la que nos va llevando al momento actual.

Seguiremos el análisis de Magda Zavala, catedrática costarricense contemporánea, que aborda la relación entre  globalización y literatura, en un intento nuestro de  profundizar en las claves del panorama literario contemporáneo, y en las causas del cambio de estas literaturas,  tradicionalmente sensibles al contexto y a los conflictos, que empiezan a perder esa capacidad de anclaje y denuncia para adaptarse más a un entorno que descifra otro tipo de cuestiones. Discutiremos las diferentes opiniones que produzca esta lectura y sus reflexiones, para  ver de qué manera refutar, o no, todas estas problemáticas.

En América Central de la posguerra, los sorpresivos cambios de la vida económica y política en la segunda mitad del S. XX, con su correlato en el plano de la cultura, la llamada “tercera revolución tecnológica” ha impactado el arte de diversas maneras. 
Trataremos de interpretar los caminos mediante los cuales se manifiesta este nuevo momento de la vida social en América Central, y consecuentemente, identificar cómo se concibe y organiza la producción de lo literario en este período.

En el ámbito internacional al acabar la década de 1970 colapsan los supuestos que habían sustentando los diferentes movimientos artísticos durante las etapas anteriores de la modernidad: la resistencia, automarginación y crítica del campo artístico frente al mercado.

La globalización llega (económica y discursivamente) a América Central cuando se sostenían guerras populares contra dictaduras ancestrales, contra al neocolonialismo que se expresaba por distintas vías (desde el asistencialismo, hasta las invasiones) y por el derecho a la autodeterminación. 
Estas guerras quedaron truncas por una “pacificación” muy discutible que eliminó los sujetos populares del escenario y dejó instalados los ejércitos y las cabezas políticas tradicionales en cada país.


El corolario de toda esta situación es un desorden decepcionado en los sectores populares que se empobrecen, pierden derroteros, abonan la mendicidad y la delincuencia en las ciudades o se deciden por la migración (hacia Costa Rica en el caso de los nicaragüenses y hacia los Estados Unidos, en toda América Central).

Mientras, los sectores gobernantes muestran uno de sus peores momentos, en cuanto a que pierden capacidad de respuesta autónoma frente a los organismos internacionales y los países regentes de la globalización y se dedican, en mucho, a promover privatizaciones aceleradas.

En América Central de la posguerra ha habido cambios sustanciales en el campo literario. Durante el período de conflicto, la ruptura ideológica determinó la existencia de campos literarios opuestos, con sus agentes e instituciones propios, dentro de una misma nación. 

En ese período, todavía escasamente estudiado desde el punto de vista de la teoría de la institución literaria, derechas e izquierdas establecían cada cual su propio canon, sus instituciones de apoyo y sus redes de alianzas internacionales. En estas condiciones, los conflictos y la lucha por las posiciones eran prácticas cotidianas. Igualmente, el desarrollo de solidaridades y alianzas.

En la actualidad, los escritores buscan menos ser reconocidos por sus pares en un país, o varios, de la región y cada vez más figurar a escala internacional, por lo menos en el circuito metropolitano que consume literatura en español. Los escritores ya no son más autoridades intelectuales, sino que se asemejan, de manera sorprendente, a las estrellas del espectáculo masivo, en una sociedad que se define cada vez más por someter la realidad a los espectáculos y por crear realidades, por lo tanto, espectaculares, que se manifiestan en escenarios selectos.

Si se ubica un lector en las vías cibernéticas, no importa donde viva; desde cualquier punto es testigo de múltiples espectáculos, preparados para cualquier observador con un perfil capaz de acceder a ellos y de descifrarlos.


L
a globalización y los hechos literarios
La internacionalización enfática de los mercados y el desarrollo de una tecnología informativa de largo alcance, permite una más amplia circulación de bienes, contradictoriamente, en un circuito selecto, pero de composición cultural heterogénea.

En este nuevo período de la cultura, cambian las necesidades y perspectivas de la vida literaria también en América Central, probablemente de manera similar a lo que ocurre en otras latitudes de América Latina y en los países con condiciones próximas en la vida cultural, política y económica. 

Ahora los mercados literarios metropolitanos promueven la selección del canon y de modelos estéticos representativos en las distintas artes, invirtiendo por primera vez, de manera evidente y celebrada, la dinámica de consagración que ahora es de afuera del Estado nación hacia adentro.

Al respecto, indica Óscar Alvarez, extendiendo la observación a América Latina: “El éxito literario ya no depende solamente de la calidad del texto, sino también de las técnicas de mercadeo y publicidad, así como de la capacidad “maquiavélica” del escritor y de sus promotores para capturar premios literarios, que se convierten en un medio de aumentar las ventas.(...) Si bien la crítica siempre fue el lado más débil de la literatura latinoamericana, ahora simplemente dejó de existir. Fue sustituida por la reseña periodística, el elogio, el ataque o la simple publicidad (Alvarez, 2000: 250)”.

En este período, el mercado ha logrado vencer gran parte de la resistencia histórica que tuvieron los artistas y escritores en la modernidad. Indudablemente, las leyes de la economía predeterminan hoy de manera más directa los modelos de escritura, producción del libro y procesos de circulación de lo literario, que se acogen en parte a los moldes productivos de la literatura de los medios de comunicación masiva o literatura industrial, al decir de Bourdieu, y se desproblematiza en sus contenidos.

Para tener un lugar en la literatura de los países metropolitanos, y ya no en los campos literarios de cada país en particular, que parecerán ahora demasiado estrechos y sin interés para los autores, los escritores buscan transformar su escritura o la proyección de su imagen, de acuerdo con las recomendaciones de los especialistas del mercadeo; asimismo, se preocupa por acudir a asesores que lo ayuden a identificar matrices temáticas y técnicas que le aseguren viabilidad en el mercado y acceso a premios internacionales.

A la caza de oportunidades, un buen grupo de escritores parece deponer ideales, propósitos íntimos, necesidades sociales, dolores y denuncias, o asumir solo aquellos que cuentan con una recepción favorable de antemano. 
Es de suponer, por ejemplo, que está bien visto denunciar el machismo y la contaminación del medio ambiente, pero no así, mostrar al mundo el trasiego de órganos, la prostitución infantil, las contradicciones de una pacificación en que los acuerdos jamás terminan de llegar a real término, el etnocidio y el crecimiento desmesurado de la delincuencia, indicador de mayores desigualdades sociales. Por otra parte, para decepción de aquellos escritores que defienden el arte por el arte, tampoco la escritura de la vanguardia estética tiene oportunidad.

Por lo tanto, es posible apreciar en el panorama literario del presente en la región sectores que tienden a separarse cada vez más, entre quienes producen una literatura de pretensión cosmopolita, de tendencia posmoderna u otra, en la perspectiva del mercado, y quienes restan valor a la difusión transnacionalizada y continúan creando una literatura de urgencia, que tiene ahora menos posibilidades de ver la luz editorial. 
Y hay quienes también siguen intentando la síntesis entre ambos, expectativas que tienen sobre todo los nuevos sujetos de la literatura regional.

En este contexto, un sector importante del arte, y del campo artístico, renuncia a la marginalidad activa y denunciante que había marcado el período anterior y desea aprovechar las posibilidades individuales que ofrece el mundo internacionalizado.



G
lobalización literaria.

En lo literario, la globalización se expresa de diversas maneras: en el lenguaje y los temas de la escritura; en los sujetos sociales que tienen ventaja y poder para aprovechar las nuevas alternativas de producción, en las instituciones promotoras y sus funciones, en los “habitus” y metas de los escritores, en los sitios desde donde se escribe, en el nexo cada vez más estrecho entre cibernética y literatura.

Es posible reconocer en la literatura centroamericana de hoy, las siguientes tendencias que parecen ser formas de adecuación al nuevo momento:

  • Eco o elusión del contexto.
El mercado internacional requiere ciertos temas y repele otros. En concreto, le interesa la generalidad, a lo sumo, los universales humanos o las grandes reivindicaciones, y no así la especificidad cultural y la literatura de problematización.

En América Central, la literatura fuertemente politizada de las décadas de 1970 y 1980 quedó atrás hacia el fin del siglo XX, aunque sigue publicándose literatura testimonial.

Es sabido que interesan a las empresas editoriales metropolitanas los escritores que representan, con su práctica en el campo literario y su escritura, las expectativas que el lector cosmopolita tiene sobre la literatura latinoamericana. 
En el caso de García Márquez, su correspondencia con el realismo mágico; en Jorge Amado el exotismo criollo y la exuberancia; en Vargas Llosa la ingeniería narrativa puesta al servicio de la novela histórica, tan cotizada en los medios de comunicación. 

En Centroamérica, se ha venido desarrollando una importante producción de literatura histórica. 

Luego de Asturias, no hubo un movimiento de realismo mágico importante, como sí lo ha habido de novela histórica, especialmente, en Nicaragua (Sergio Ramírez, Julio Valle Castillo, Ricardo Pasos...).En Costa Rica, destacan los textos de la escritora chilena radicada en Costa Rica, Tatiana Lobo, del dramaturgo Daniel Gallegos y de José León Sánchez.

De manera simultánea, empiezan a quedar atrás los temas políticos del presente.

Entre La mujer habitada (1998) y Sofía de los presagios (1992), de Gioconda Belli, existe una distancia significativa en el orden de la escritura y sus intenciones. Mientras la primera se asienta en los conflictos políticos del pasado remoto y los propios de la segunda mitad del siglo XX en Nicaragua, la segunda novela los ignora casi por completo. El tema político vuelve a cobrar vigencia cuando se le ve con distancia, en memorias y otros relatos autobiográficos, tal y como ocurre en El país bajo mi piel (2001) de Belli. Un salto cualitativo ha ocurrido.

·         Balance entre las tendencias estéticas.

La dinámica de la vida cultural salvadoreña de hoy, según dicen sus escritores, enseña que las divergencias del pasado no terminaron al acabar el conflicto bélico. 

Posteriormente, mediante actividades literarias y otras, se ha rescatado en El Salvador el testimonio de colectividades deprimidas (varias asociaciones de mujeres promueven concursos de testimonios con el propósito de grabar en la memoria del país lo que la historia oficial busca olvidar).

Los escritores que se encuentran en esta tarea asumen que la superación de la guerra no se da con un simple olvido colectivo, con la desmemoria, sino con la evaluación ponderada y ética de las causas que llevaron a la violencia política.

Algo similar sucede en Nicaragua, donde es claro el interés de los escritores jóvenes por evaluar la literatura del período sandinista y señalar sus distancias y cuestionamientos.  
             
  • Literatura de la nación en crisis
Un fenómeno nuevo en la literatura centroamericana de la última década es la aparición de una literatura de repudio de la patria (por cierto, en ocasiones equiparada con la madre) que se manifiesta sobre todo en novela.

Son parte de una serie de textos que se expresan en el período de la globalización y parecen responder, en cierta medida, a sus expectativas culturales, en lo relativo a la identificación de los individuos con una patria originaria.

  • Crítica y espectáculo literario.
La aparición de escritores estrellas, con una difusión espectacular, hace que los críticos cedan al espejismo y se ocupen casi exclusivamente de ellos. Queda en el olvido un amplio espectro de escritores, entre los que abundan los que corresponden a minorías étnicas, mujeres, grupos que reivindican opciones eróticas diversas, sectores alternativos y otros. De este modo, la crítica es también víctima y cómplice de las estrategias de publicidad literaria.

Lejos de buscar en la realidad las distintas series textuales, correspondientes a las distintas esferas al inicio mencionadas, y de proponer con rigurosidad, la delimitación de conjuntos de textos, de acuerdo con sus proximidades estéticas y otras, sin ceder a las exclusiones y olvidos voluntarios e involuntarios, la crítica parece simplemente avalar y refrendar la obra que le señalan las empresas y la publicidad literaria.

  • Literatura y cibernética.
La literatura cibernetizada empieza a aparecer en América Central, sobre todo con las experiencias que proponen los escritores centroamericanos que viven en los Estados Unidos. Para ellos, la posibilidad de una escritura virtual, con recursos de la alta tecnología fue más temprano una realidad accesible; no sucede del mismo modo para los escritores que producen desde la región. En la actualidad, empiezan a aparecer librerías virtuales y cada vez más escritores instalan su página web, con el propósito de vencer la invisibilización.

El uso de las vías virtuales le permite al escritor aspirar a una circulación sin libro impreso a escala internacional. Sin embargo, el escaso desarrollo de la tecnología en América Central, presagia a esos escritores una recepción limitada entre los suyos, si solo usa esta vía, y una todavía poco predecible difusión en otras latitudes, en que su nombre es desconocido.

La presencia de consorcios editoriales en América Central es uno de los rasgos que más dinamizan el presente de la región y se convierte en el medio por el cual los escritores creen posible conquistar el mercado mundial.

  • Consorcios editoriales y escritores.
Quizás, el aspecto más relevante de la vida literaria mundial del nuevo período es la producción mercantil del escritor desde las empresas editoriales transnacionalizadas. Como nunca antes, las editoriales son condición de producción, reconocimiento y consagración de los escritores. Ellas concentran todo un amplio proceso que antes tenían en sus manos diversos sujetos sociales: los talleres literarios y la academia, los cenáculos, las editoriales locales y regionales y los críticos.”

Fuentes consultadas: 


A
utores que trabajaremos.






Yolanda Arroyo Pizarro
Puerto Rico:
  • Yolanda Arroyo Pizarro (1970)
  • Pedro Cabiya (1971)
República Dominicana:
  • Junot Díaz (1969)
  • Ariadna Vázquez (1977)
Panamá:
  • Carlos Wynter (1971)
El Salvador:
  • Claudia Hernández (1975)  
  • Georgina Vanegas (1983)
Costa Rica:
  • David Cruz (1982)

Junot Díaz


2 comentarios:

  1. Como te prometì, publico en el blog el mail que te enviè la semana pasada, como en la próxima clase haremos el cierre de esta etapa latinoamericana, me gustaría que me aclararas si estoy en lo correcto al notar que aquellos autores que viven o han vivido en Europa, tienen una estètica diferente a aquellos que lo han hecho en EE.UU.
    Hola, te cuento que esta mañana, mi hijo me comenta que está releyendo La Invención de Morel, me habla de cómo lo conmueve las metáforas, ( me lee:" dos o tres minutos bastaban para convertir en sudor el agua que debía protegerme de la espantosa calma). Ahí me cayó una ficha: en estos new, la metáfora no existe, para qué pensar o dar la posibilidad al lector de pensarse, la globalización es un fenómeno masivo, son (somos) consumidores, voy lo compro, lo digiero y paso rápidamente a otra cosa. La clase pasada comenté que me parecía que los clásicos abordaban temas más profundos ( la espantosa calma, por ej.) pero fue entendido como algo político, y no es así, creo que tiene que ver con esto de relacionar pensamiento con ideología . En fin, mi sensación es que estoy leyendo crónicas más o menos bien redactadas no literatura; una violación, la prostitución, un amor contrariado, un torturador, etc. son temas globales, nos unifican pero no nos modifican, por sì mismos, creo que la literatura va por un lado y la crónica va por otro, esta ùltima podría compararse con fotos, y depende del fotógrafo el arte.
    Luisa

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  2. Luisa: respecto de tu duda, seguro que para un latinoamericano el extrañamiento cultural, y la adaptación que exige, ante el contacto con Europa es diferente respecto del de EEUU. Y por lo tanto la estética que adopta, la necesidad de expresarse a través de modos particulares. Para armar el registro (me refiero a la entonación, el ritmo de la frase, la elección de vocabulario, la conceptualización que exige “hablar como”), de una novela o cuento en torno de la situación de los personajes, en algunos casos te dejarás empapar por lo que llevás internalizado, y en otros, por lo que vas observando en ese ámbito nuevo.
    Eso en general, no es una regla, porque hay autores que llevan su propia estética a cualquier lugar del mundo donde estén: un escritor latinoamericano contemporáneo que leímos decía que estando en África -y con la idea de contar cuentos africanos-, seguía escribiendo como un latinoamericano...
    Y respecto de la diferencia entre los clásicos y los contemporáneos, hay toda una carga de la época en ambos grupos, que influye y los determina.
    La posmodernidad, entendida como lógica cultural, tiene su origen en las artes; la estética posmoderna se vio en primer lugar en la arquitectura. ¿Qué dimensiones, y características tenía esta nueva estética y forma que presentaban las artes? Ante este cuestionamiento se llegó a entender que ya todo ha sido visto, por consiguiente, ya no hay nada que “crear”. Así, la técnica artística por excelencia es el “reciclaje”.
    Hay autores que ante las transformaciones culturales ven un universo de fragmentación fundamental, con pérdida del relato y del sujeto, de la razón y las totalidades, donde lo que domina son el pastiche (limitación de estilos muertos), el collage (tomar un cierto número de elementos de obras, objetos, mensajes preexistentes e insertarlos en una nueva creación a fin de producir un efecto de rupturas y recontextualizaciones), el injerto, la alegoría y la cita. Son los mecanismos de gran parte del arte postmodernista y de lo que ha dado en llamarse la postcrítica. Para otro autor relevante, Lipovetsky, la posmodernidad se caracteriza por un neonarcisismo, o sea, por un centramiento en el individuo, abandonando los patrones colectivos de comportamiento.
    En fin, Luisa, lo que creo que sintetiza la idea, al menos en el ámbito de la literatura, es lo que produce en cada sujeto, y si alguien se emociona o es sensible o capta lo que hay ante la manera de decir de Bioy, por ejemplo, (o tantos otros), es algo muy valioso que va más allá de cualquier explicación teórica y sigue siendo la razón más esencial por la cual cada uno elige determinada literatura.
    La seguimos el miércoles en el taller!!

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