Andrés Neuman nació en 1977 en Buenos Aires, ciudad donde
pasó su infancia. Hijo de músicos argentinos emigrados, terminó de crecer en
Granada, en cuya universidad fue profesor de literatura hispanoamericana.
Actualmente es columnista en la Revista Ñ del diario Clarín (Argentina)
y el suplemento cultural del diario Abc (España). Escribe
regularmente en su blog Microrréplicas, considerado uno de los mejores
blogs literarios en español según una encuesta de El Cultural de El
Mundo. Mediante una votación convocada por el Hay Festival, formó parte de la
lista Bogotá-39 entre los nuevos autores más destacados de Latinoamérica.
Más tarde fue seleccionado por la revista británica Granta entre Los
22 mejores narradores jóvenes en español.
A los 22 años publicó su primera novela, Bariloche (Anagrama, 1999, reeditada en bolsillo en 2008), que fue Finalista del Premio Herralde y elegida entre las revelaciones del año por El Cultural. Sus siguientes novelas fueron La vida en las ventanas (Espasa, 2002), la autoficción familiar Una vez Argentina (Anagrama, 2003, nuevamente Finalista del Premio Herralde) y El viajero del siglo (Alfaguara, 2009), que obtuvo elPremio Alfaguara, el Premio Tormenta y el Premio de la Crítica, otorgado por la Asociación Española de Críticos Literarios. Esta novela fue votada entre las 5 mejores del año en lengua española por los críticos de El País yEl Mundo, figuró entre los libros del año en los principales diarios holandeses, NRC Handelsblad y De Volkskrant, y quedó finalista del Premio Rómulo Gallegos. Traducida a 10 lenguas, actualmente está siendo publicada en Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Italia, Brasil, China,Holanda, Polonia, Egipto, Portugal y Eslovenia.
Es también autor de los libros de cuentos El que espera (Anagrama, 2000), El último minuto (Espasa, 2001, reeditado por Páginas de Espuma, 2007), Alumbramiento (Páginas de Espuma, 2006) y Hacerse el muerto (Páginas de Espuma, 2011). El volumen El fin de la lectura (Estruendomudo, Lima; y Cuneta, Santiago de Chile, 2011) recopila una selección de sus relatos. Neuman ha desarrollado una intensa labor de estudio y divulgación de la narrativa breve. Sus libros de cuentos incluyen apéndices teóricos sobre el género y es el coordinador de Pequeñas Resistencias, serie de antologías sobre el cuento actual en lengua española (Páginas de Espuma, 2002-2010). Cabe destacar además su prólogo a los Cuentos de amor de locura y de muerte, de Horacio Quiroga (Menoscuarto, 2004).
Como poeta ha publicado los poemarios Métodos de la noche (Hiperión, 1998), El jugador de billar (Pre-Textos, 2000), El tobogán (Hiperión, 2002, Premio Hiperión), La canción del antílope (Pre-Textos, 2003) y Mística abajo (Acantilado, 2008), así como la colección de haikus urbanos Gotas negras (Plurabelle, 2003, reeditado por Berenice, 2007) y los Sonetos del extraño (Cuadernos del Vigía, 2007). Todos los poemarios anteriores, revisados y con dos libros inéditos, fueron reunidos en el volumen Década. Poesía 1997-2007 (Acantilado, 2008). El libro-disco Alguien al otro lado (La Veleta, Comares, 2011) ofrece una breve antología de sus poemas, musicados y cantados por Juan Trova. Sus poemarios más recientes son Patio de locos (Estruendomudo, Lima; Textofilia, México DF, 2011) y No sé por qué (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2011).
Es, finalmente, autor del libro de aforismos y microensayos El equilibrista (Acantilado, 2005), del libro de viajes por Latinoamérica Cómo viajar sin ver (Alfaguara, 2010) y de una traducción del Viaje de invierno, de Wilhelm Müller (Acantilado, 2003).
Fuente: andresneuman.com
La revista Granta y el canon literario.
Granta, refundada en 1979 a partir de una vieja
cabecera de la Universidad de Cambridge, se convirtió pronto en un referente en
las letras anglosajonas, pero alcanzó el estatus de mito cuando comenzó a
lanzar sus listas de escritores para el futuro.
- En 1983 la revista apostó a que ese futuro llevaría los nombres de un grupo de treintañeros llamados Ian McEwan, Martin Amis, Julian Barnes o Kazuo Ishiguro. Desde entonces ha habido listas granta cada 10 años.
- En la de 1993 aparecían, entre otros, Hanif Kureishi, Tibor Fisher y Ben Okri; y en la de 2003, Zadie Smith, Andrew O'Hagan y Monica Ali.
Como recordó Valerie Miles, codirectora junto a Aurelio
Major de Granta en español, "es la primera vez que la revista
propone una reunión de los mejores narradores jóvenes procedentes de una lengua
distinta del inglés".
Basta pensar en esa nómina, y en el hecho, como recordó
Major, de que "los editores anglosajones ya no leen en otros idiomas"
para calibrar la importancia de la traducción al inglés del número dedicado a
los escritores en español. De la
versión original, en la que cada elegido publica un texto inédito, se han
impreso 10.000.
Uno de los seis miembros del jurado seleccionador -junto a
los directores de la revista, el escritor argentino Edgardo Cozarinsky, la
crítica española Mercedes Monmany e Isabel Hilton, corresponsal especializada
en América Latina y China- fue el novelista Francisco Goldman, artífice de la
publicación -y consagración- de la obra de Roberto
Bolaño en Estados Unidos.
El
novelista chileno rompió la costumbre anglosajona de medir a cada nuevo
escritor latinoamericano con Borges y García Márquez y, según Aurelio
Major, la nueva generación ya no
reacciona contra el boom de los años sesenta: "Forma
parte del paisaje. Los jóvenes no tienen que matar al padre". Esa es una
de las señas de identidad comunes a un grupo de autores que, en muchos casos,
viven fuera de su país pero ya no por motivos políticos. "Son
cosmopolitas, no siguen solo su propia tradición", apunta Miles. Por su
parte, John Freeman, director de Granta en inglés, destaca
-además de que "hablan mucho de sexo"- un experimentalismo y un
riesgo formales que llamará la atención sobre todo en Estados Unidos:
"Allí triunfa el realismo. Hay demasiados talleres de escritura, y eso
termina por uniformar el estilo".
"No hemos pensado en cuotas, solo en el talento",
repiten los autores de una selección en la que hay cinco mujeres -"el canon
sigue siendo masculino", dice Elvira Navarro- y en la que son mayoría los
narradores argentinos (ocho) y los españoles (seis). Sin negar el argumento de
la calidad, el escritor hispanoargentino Andrés Neuman apunta también a la
predisposición de los lectores: "Hay una tradición lectora que hace que a
ciertas literaturas se les dispense una atención no necesariamente justa".
- Argentina: Oliverio Coelho, Federico
Falco, Matías Néspolo, Andrés Neuman, Paola Oloixarac, Patricio Pron, Lucía Puenzo,
Samanta Schweblin.
- España: Andrés Barba, Pablo Gutiérrez,
Javier Montes, Elvira Navarro, Alberto Olmos, Sònia Hernández.
- Perú: Santiago Roncagliolo, Carlos
Yushimito del Valle.
- Chile: Carlos Labbé, Alejandro Zambra.
- Bolivia: Rodrigo Hasbún.
- Colombia: Andrés Felipe Solano.
- México: Antonio Ortuño.
- Uruguay: Andrés Ressia Colino.
Fuente: El País, Madrid, 2/10/2010.
Y aquí van algunos poemas de Andrés Neuman, del volumen El tobogán, Ed.Hiperión. Madrid, 2002.
(PALABRAS A UNA HIJA QUE NO TENGO)
Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, dame mi nombre;
diciéndome papá ya habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
-no está el mundo como para negarse-,
pero apréndete esto en cuanto puedas:
más frecuente es lo amargo, o que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula,
y llegada la hora quiero que escribas mar
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando por vez primera cruces la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que, en el fondo, no soy un optimista;
si no lo fuera, entonces no estarías allí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora.
Existe la alegría, pero duele;
tendrás que conseguirla.
Y cuando la consigas tendrás miedo.
(LA PALABRA SIN PATRIA)
Desapareceremos
y ése es el sentido.
No basta, sin embargo, con callarla:
debemos detenernos para oírla.
Diré su nombre, entonces.
(¿Qué sucede?)
Hay un cerrojo negro en la conciencia
que vive resistiendo hasta la hora;
si se abre antes de tiempo, nos devora el vacío.
La muerte es un idioma contra el que se ha nacido.
Aunque nadie jamás podrá enseñármelo,
no quiero llegar mudo hasta el final.
Nombrarla es la renuncia y es el éxito.
Digo morir y soy
el primer extranjero de mi lengua.
(EL JARDINERO)
Aprendí con mi abuelo a plantar árboles.
Los sauces necesitan
más agua, Andrés, que tú
y sus raíces
al principio no son
demasiado profundas.
A veces crecen rápido
y otras veces se estancan en la tierra,
asustados del aire.
Hoy no existe ni abuelo ni país
ni tampoco ese niño, pero queda
aquel sauce encorvado al que -me digo-
Andrés, hay que cuidar,
estas raíces frágiles,
este miedo a la altura de la vida.
(HALLAZGO DE LA LUZ)
Eres plácida y diurna; yo, noctámbulo
hasta la resistencia. Has preferido
dejar que el sueño selle la luz que guarda el ojo
mientras me atrincheraba en esta lucidez
de párpados hundidos. Ya respiras
como quien custodiase un secreto minúsculo.
Te vuelves: pasa página, más allá del balcón,
la luna llena. El piano del silencio
mantiene sus acordes. Entre sombras
salgo a buscar un jarro de aire fresco
y en tu pecho palpitan hermosos animales.
Caeré rendido cuando el sol se vuelva urgente;
tú despertarás pronto. En piel de sábana
moverás el calor. Yo buscaré cobijo
para mi madrugada. Acaso entonces
podamos encontrarnos, amada solamente,
en un amanecernos compartido.
Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, dame mi nombre;
diciéndome papá ya habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
-no está el mundo como para negarse-,
pero apréndete esto en cuanto puedas:
más frecuente es lo amargo, o que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula,
y llegada la hora quiero que escribas mar
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando por vez primera cruces la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que, en el fondo, no soy un optimista;
si no lo fuera, entonces no estarías allí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora.
Existe la alegría, pero duele;
tendrás que conseguirla.
Y cuando la consigas tendrás miedo.
(LA PALABRA SIN PATRIA)
Desapareceremos
y ése es el sentido.
No basta, sin embargo, con callarla:
debemos detenernos para oírla.
Diré su nombre, entonces.
(¿Qué sucede?)
Hay un cerrojo negro en la conciencia
que vive resistiendo hasta la hora;
si se abre antes de tiempo, nos devora el vacío.
La muerte es un idioma contra el que se ha nacido.
Aunque nadie jamás podrá enseñármelo,
no quiero llegar mudo hasta el final.
Nombrarla es la renuncia y es el éxito.
Digo morir y soy
el primer extranjero de mi lengua.
(EL JARDINERO)
Aprendí con mi abuelo a plantar árboles.
Los sauces necesitan
más agua, Andrés, que tú
y sus raíces
al principio no son
demasiado profundas.
A veces crecen rápido
y otras veces se estancan en la tierra,
asustados del aire.
Hoy no existe ni abuelo ni país
ni tampoco ese niño, pero queda
aquel sauce encorvado al que -me digo-
Andrés, hay que cuidar,
estas raíces frágiles,
este miedo a la altura de la vida.
(HALLAZGO DE LA LUZ)
Eres plácida y diurna; yo, noctámbulo
hasta la resistencia. Has preferido
dejar que el sueño selle la luz que guarda el ojo
mientras me atrincheraba en esta lucidez
de párpados hundidos. Ya respiras
como quien custodiase un secreto minúsculo.
Te vuelves: pasa página, más allá del balcón,
la luna llena. El piano del silencio
mantiene sus acordes. Entre sombras
salgo a buscar un jarro de aire fresco
y en tu pecho palpitan hermosos animales.
Caeré rendido cuando el sol se vuelva urgente;
tú despertarás pronto. En piel de sábana
moverás el calor. Yo buscaré cobijo
para mi madrugada. Acaso entonces
podamos encontrarnos, amada solamente,
en un amanecernos compartido.