El tiempo y el espacio del taller de lectura plasmado para:



leer de diferentes maneras (por arriba, por abajo, entre líneas, a fondo, participando del texto, recreándolo),



dar cuenta de los procesos culturales en que surgen y son comprendidas o cuestionadas las obras literarias,



pensar (discutiendo, asombrándose, dejándose llevar por lo que los textos nos dicen -pero parece que no dijeran-),



y por sobre todas las cosas, y siempre, disfrutar de la buena literatura.








martes, 29 de junio de 2010

Pitol y Villoro: ¿Las dos caras de Jano?

"La casa pierde" es un libro de relatos de Juan Villoro, que aparece poblado de personajes en apariencia normales y comunes, pero que encierran un extraño que ni ellos mismos conocen, hasta que descubrimos las múltiples facetas que esconden bajo cada una de sus máscaras. Los personajes de este autor nos resultan familiares y distantes a un tiempo, porque de un modo u otro, no logran conectar entre sí, como si los separase una barrera invisible, un muro que los deja alejados, aislados, como auténticos seres alienados que desempeñan sus funciones de forma rutinaria, casi automática, como si estuviesen encerrados en sí mismos e incapaces de comunicarse incluso con aquellas personas que parecen más cercanas. Mientras, esconden o tratan de esconder el drama interior que están viviendo.

Veamos en “Coyote”. La búsqueda mística del peyote de tres parejas, como evasión de sus vidas angustiadas y dolorosas, (apenas esbozadas pero claramente insatisfactorias), presenta un conflicto inesperado a partir del momento en que el protagonista se pierde en el desierto. Debe luchar para sobrevivir, y en esa lucha solitaria se encuentra con el verdadero protagonista del relato: el desierto, con imágenes muy poderosas que lo describen y lo llevan a recurrir a todas sus fuerzas, aún a aquéllas que desconoce tener, como la que necesita para matar un coyote. Al final consigue regresar al campamento, pero no es recibido con la alegría que él esperaba encontrar, como si sus amigos, o su propia esposa, fuesen sujetos ajenos que no lo conocen, o no lo reconocen, como si todos fueran, en el fondo, unos extraños, unos solitarios como ese coyote al que él mató con sus propias manos. Por supuesto, aparece sugerida cierta mención , como pastiche, de Castaneda.

En “Corrección”, la temática de la narración es la literatura dentro de la literatura, el mundo de los escritores, sus obras e incluso los talleres literarios, en uno de los cuales estuvo el propio Villoro nada menos que con Augusto Monterroso. Están presentes las vanidades, las envidias, la conciencia de la mediocridad, y el talento. Desde el desarrollo de toda una vida, aparece finalmente la posibilidad de la venganza: lo que el protagonista planeaba que iba a ser su venganza secreta, la humillación largamente planeada, termina volviéndose contra él. En este caso, siguiendo el título del libro, el ganador se convierte en perdedor, y viceversa, (recordar el título del volumen: “La casa pierde”). El narrador y su modelo a seguir, el genial escritor que termina vengándose de su exitoso pero mediocre alter ego, poniendo al descubierto su impostura. Nuevamente otra narración paródica y ácida sobre el alma humana.

Y ahora aquí, brevemente, lo de las dos caras de Jano. ¿Se acuerdan? El dios que tenía dos caras mirando hacia ambos lados, dios de las puertas pero también de los comienzos y finales, (por eso le fue consagrado el primer mes del año, que en español pasó de Ianuarius a Janeiro, y de ahí derivó a Enero).

Dice Pedro Ángel Palau, en un excelente artículo, que Pitol y Villoro son “las dos caras del espejo”. Pitol con su poética de los viajes, la espera, y sobre todo la reflexión sobre las condiciones de la ficción. Recuerden el “Vals de Mefisto”, con un relato dentro de otro y la revelación de lo que se sugiere sin explicitarse. Villoro, por su parte, construye atmósferas absurdas, con personajes deliberadamente fracasados, incómodos con sus propias vidas e indefensos ante el mundo, tanto en “Coyote” como en “Corrección”.

La primera pista del doble juego literario entre Pitol y Villoro es que ambos escriben sobre la escritura, como dos hábiles estrategas de la trama. Cuentan historias que el mismo narrador ha ido construyendo. Y además, Pitol y sus textos sobre viajes, con personajes que están a la búsqueda de algún descubrimiento, y que terminan transformándose en una especie de viaje interior. Y Villoro hablando secretamente de la incomunicación, de la impostura, como en un espejo en el que es difícil atreverse a mirar.

Lo seguimos discutiendo, y ya preparándonos para Vila-Matas.